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SORIA: La reconquista cristiana Durante el siglo XI se convirtió...

La reconquista cristiana Durante el siglo XI se convirtió en un importante enclave estratégico por su situación junto al Duero y marcó el límite entre los dominios cristianos y musulmanes en la denominada «marca del Duero» o «línea del Duero». A comienzos del siglo XII, el rey Alfonso I el Batallador la conquistó definitivamente a los musulmanes (árabes) y la repobló situando la frontera más al sur; así queda reflejado en la leyenda "Cabeza de Estremadura" en el escudo de Soria, lema impuesto por la denominación que se le adjudicaba a las tierras reconquistadas a los moros por los reyes cristianos. Sin embargo, Soria siguió siendo un enclave estratégico debido a las luchas por el territorio entre los reinos de Castilla y León (a cuya tutela pasó en 1134), Navarra y Aragón.

Ermita de la Virgen del Mirón. Alfonso VIII mantuvo la independencia del Reino de Castilla gracias a la ayuda prestada por los sorianos y, en agradecimiento, otorgó a la ciudad una serie de privilegios. En 1195, Sancho el Fuerte tomó la ciudad, tras lo que se sucedieron diversos acontecimientos y a comienzos del siglo XIII conoció uno de sus períodos más florecientes gracias a su situación fronteriza. El comercio, en manos de los judíos, hizo de Soria una ciudad importante. Los judíos ampliaron la aljama, situada en los límites del castillo, y dieron parte de su riqueza a la ciudad. Según Martel «en el castillo de Soria, dentro del muro principal, hay un cuerpo espacioso en el cual antiguamente hubo trescientas casas y un templo, que hoy dura, aunque arruinado. Muchas de estas casas dicen que eran de judíos, y aquella población, con la que había por fuera, se llamaba alhama». En 1266 fue elevada Soria de la categoría de villa a la de ciudad en la bula de Clemente IV.

Casi todas las actividades económicas de la Edad Media soriana giraban en torno a la lana. Cabecera de varias cañadas reales, Soria controlaba el esquileo estival de sus rebaños y el envío del preciado vellón hacia Burgos y los puertos del norte de la península Ibérica. Este gran negocio regulado por la Mesta garantizaba la preeminencia de los propietarios ganaderos: los Linajes nobles que controlaban la vida municipal. Como muestra de su pujanza, Soria consiguió uno de los preciados puestos de representación entre las 16 ciudades con derecho a enviar procuradores a las Cortes del reino de Castilla, y fue sede de alguna de sus reuniones. En contrapartida, la inestabilidad política del último tercio del siglo XIV permitió que Enrique II la cediese al mercenario francés Bertrand Du Guesclin como pago por su apoyo en la Guerra Civil castellana contra Pedro I de Castilla, el Cruel, cesión que topó con la abierta hostilidad de una población que no deseaba abandonar el dominio real


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