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SORIA: Se desconoce dónde nació Viriato, héroe nacional en...

La muerte de Viriato

Viriato ya era rey pero su título le iba a durar muy poco. Muy enamorado de su esposa Ada, Viriato tuvo que tomar una decisión muy dolorosa. Tuvo que ejecutar a su suegro, quien se había puesto de parte de los romanos para conspirar contra él. Esto provocó la enemistad de Ada hacía Viriato hasta tal punto que éste empezó a caer en una pequeña depresión sentimental que afectaba a su ingenio a la hora de tomar las decisiones. Viriato decidió pactar una nueva paz con los romanos que le garantizara una mejor vida para él y su esposa. Para ello envió a tres íberos a negociar con el senado. Este fue su gran error, puesto que los emisarios elegidos por Viriato estaban muy acomodados, y poseían grandes tierras por lo que les interesaba sobre manera la paz con Roma. El senado les dijo a los emisarios íberos que no habría paz mientras Viriato tuviera el mando de los celtíberos.
Así que, los tres emisarios, decidieron acabar con la vida de Viriato, y lo hicieron a escondidas. Entraron de noche en el campamento con las caras tapadas y lo acuhillaron los tres a la vez mientras éste dormía. A la mañana siguiente, cuando apareció el cadáver, Ada entró en la desesperación, se echó la culpa de la muerte de su amado e intentó suicidarse.
Los funerales por Viriato fueron muy sonados. Se guardó luto durante un largo tiempo, y su figura fue admirada y respetada tanto por los celtíberos como por los romanos.

Esto sucedió en el año 139 a. C. La pax romana era una realidad en la península Ibérica salvo en una pequeña ciudad situada en el cerro del Catillejo, junto a Garray, no lejos del río Duero, en la actualidad provincia de Soria.
Se trataba de Numancia, el último reducto de los rebeldes que luchaban llenos de orgullo haciendo valer el espíritu de Viriato.

La resistencia de Numancia y el espíritu de Viriato

En Numancia, vivía la tribu mas fiera de todas las celtas, los arévacos. Fue de todas las tribus, la que más odio procesaba hacía los romanos, y la única que nunca pactó con ellos. Ada, muy apenada por la muerte de VIriato, decidió no saber nada de Roma y se traslado a Numancia a vivir con los arévacos. Fueron muchos los seguidores de Viriato que le siguieron, con lo cual Numancia se convertiría en hueso duro de roer para los romanos. A simple vista parece que una pequeña ciudad de 4000 habitantes contando mujeres y niños no pueda hacer nada frente a los contingentes romanos. Pero los arévacos consiguieron muchas hazañas entre la que destaca cuando derrotaron al ejército del cónsul Mancino, que estaba compuesto por 20000 legionarios. Roma, decidió acabar definitivamente con Numancia y mandó al mejor de todos sus generales, Escipión Emiliano (nieto de Escipión el Africano), la fama de sus victorias le precedían.
Escipión llegó a Numancia en el año 134 a. C con un ejército de 60000 hombres. Además poseía varios elefantes, uno de los cuales estaba conducido por el príncipe númida Yugurta. Escipión no atacó Numancia sino que mandó construir una empalizada que rodeara toda la ciudad y colocar puestos de combate en puntos estratégicos por donde pudieran huir los numantinos. Su estrategia era aislarlos y que murieran de hambre.
Pero los arévacos se hicieron famosos por sus incursiones nocturnas entre las filas romanas para conseguir alimentos. Un par de hechos muy conocidos fue cuando durante una de sus escapadas, los celtas se cruzaron en plena noche con el mismísimo príncipe Yugurta montado en su elefante de combate. Los celtas consiguieron matar al elefante y lo arrastraron al interior de la ciudad, con lo que consiguieron una gran cantidad de alimento.
Como vieron que los elefantes constituían una gran fuente de alimento, decidieron trazar un plan para hacerse con más. Entre los guerreros celtas había varios que habían servido a las órdenes de Aníbal en la segunda guerra púnica, con lo que sabían manejar los elefantes. Así que se les mandó introducirse durante la noche en el campamento romano para robar dos elefantes y conducirlos hasta el interior de la ciudad. Y lo consiguieron. Fue tal el estupor de Escipión ante estos hechos que llegó a decir lo siguiente: "Quién nos habría de decir que animales en los que tanto confiábamos para amedrentar a los arévacos habían de servirles de alimento".
Desesperado por las incursiones de los arévacos, Escipión decidió actuar. Como sabía que en el combate cuerpo a cuerpo los celtas eran muy superiores, Escipión decidió evitarlo y mando construir máquinas de guerra con las que estrechar más el cerco de la ciudad, y mandó cegar las fuentes de los ríos para que los numantinos empezaran a tener sed. Cuando se contaban seis meses de asedio, la situación en el interior de la ciudad empezó a ser trágica. Los ancianos que morían se los comían, e incluso los guerreros que se encontraban muy débiles para seguir combatiendo o enfermos, se suicidaban para que su carne sirviera para alimentar a los que podían seguir combatiendo. Las mujeres eran respetadas y privilegiadas puesto que tenían muchos hijos con los que perdurarían los sentimientos de libertad del pueblo arévaco. Pero los niños que nacían muertos también se los comían.
Escipión decidió pactar una rendición para Numancia, y la primera condición que les puso fue que entregaran las armas. Los arévacos respondieron: "nunca entregaremos las armas, eso sería como hacernos esclavos. Antes preferimos la muerte". Petición a la que Escipión accedió encantado. A partir de ese momento, extenuados por el hambre y la sed, muchos numantinos decidían morir luchando y se aventuraban solos a luchar contra los legionarios con el fin de encontrar una muerte honrosa. Escipión se limitó a ir matando a los que se aventuraban a salir y retirar sus cadáveres para que los que quedaban en la ciudad no se los comieran.
Llegó el día en el que Escipión no escuchaba ruido en el interior de la ciudad y mando a sus tropas entrar. Cuando Escipión entró en la ciudad, no encontró a una sola persona con vida. De hecho había muestras de que conocedores de su derrota, se habían matado unos a otros con el fin de morir honrosamente y no ser esclavizados.
Escipión mandó incendiar la ciudad y condenar a pena de muerte a quien osara construirla. En aquellos tiempos, Escipión se llevó la gloria y el honor de la batalla, pero ¿qué gloria hay en arrasar una ciudad de 4000 habitantes con un ejército de 60000 hombres?. Ninguno.
El honor ha sido concedido por la historia a los habitantes de Numancia, que consiguieron resistir nueve meses contra un ejército de 60000 romanos, y que encontraron una muerte honrosa defendiendo sus libertades como pueblo y no cayendo en el esclavismo romano. Para mí, sin duda, unos de los mayores héroes que ha conocido la historia de este país.

Se desconoce dónde nació Viriato, héroe nacional en Portugal y en España, pero era lusitano. Bien pudo ser zamorano, porque la Lusitania comprendía casi todo el Portugal actual menos la parte norte y casi toda la provincia de Salamanca y buena parte de Zamora, Ávila, algo de Toledo y Extremadura.


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