CARTA PUBLICADA EN "DIARlO DE SORIA" EL 22 DE JUNIO DE 1994
Mariano Granados Aguirre, camino del exilio, fue el único soriano que asistió al entierro de Machado, habiendo sido además alumno suyo en el Instituto de Soria, amigo posteriormente y gran admirador literario. Estos versos dejan constancia de ello y de su permanente amor a Soria, a la que no pudo volver hasta el año 1969:
ANTE LA TUMBA DE MACHADO
"Adiós, maestro, adiós. Adiós te digo.
Mi corazón es y será tu templo.
Fuiste maestro, fraternal amigo,
y sobre todo luminoso ejemplo.
Aquí te dejo, Antonio, en tierra extraña,
lejos de tu venero de armonía,
fuera de nuestra Soria, nuestra España,
bajo tierra que no es tuya ni mía.
Ni la vieja Ciudad, ni los caminos
aromados de espliegos y romero,
volverán a anudar nuestros destinos
que tu mano anudó en el alto Duero.
Niño aún, casi, casi adolescente,
me tendíste tu mano, y a ella asido,
tu dolorosa senda he proseguido,
y fue mi luz, la luz de tu alta frente.
Hace treinta y dos años, mi memoria
que es fiel, guarda aquel primer tributo
que te rendí en Soria, nuestra Soria,
dentro del aula dos de su Instituto.
En pos de tí, y de tu sombra en pos,
1lego a verte emprender tu último viaje
cual quisiste, ligero de equipaje,
pero no solo. Yo te acompaño. Adiós."
Mariano Granados Aguirre
Collioure: Francia. Febrero de 1939.
Mariano Granados Aguirre, camino del exilio, fue el único soriano que asistió al entierro de Machado, habiendo sido además alumno suyo en el Instituto de Soria, amigo posteriormente y gran admirador literario. Estos versos dejan constancia de ello y de su permanente amor a Soria, a la que no pudo volver hasta el año 1969:
ANTE LA TUMBA DE MACHADO
"Adiós, maestro, adiós. Adiós te digo.
Mi corazón es y será tu templo.
Fuiste maestro, fraternal amigo,
y sobre todo luminoso ejemplo.
Aquí te dejo, Antonio, en tierra extraña,
lejos de tu venero de armonía,
fuera de nuestra Soria, nuestra España,
bajo tierra que no es tuya ni mía.
Ni la vieja Ciudad, ni los caminos
aromados de espliegos y romero,
volverán a anudar nuestros destinos
que tu mano anudó en el alto Duero.
Niño aún, casi, casi adolescente,
me tendíste tu mano, y a ella asido,
tu dolorosa senda he proseguido,
y fue mi luz, la luz de tu alta frente.
Hace treinta y dos años, mi memoria
que es fiel, guarda aquel primer tributo
que te rendí en Soria, nuestra Soria,
dentro del aula dos de su Instituto.
En pos de tí, y de tu sombra en pos,
1lego a verte emprender tu último viaje
cual quisiste, ligero de equipaje,
pero no solo. Yo te acompaño. Adiós."
Mariano Granados Aguirre
Collioure: Francia. Febrero de 1939.