Esta foto no pertenece a la capital, sino a la ermita templaria de San Bartolomé, en el enclave mágico del Cañón del Río Lobos, una maravilla de la naturaleza. El olmo centenario de la fotografía está muerto por la maldita grafiosis, al igual que otros de la misma especie, a cuya sombra era gratísimo descansar cualquiera de aquellos veranos que todavía estaban pletóricos de vida. En Castilla no sólo han muerto los olmos...