SORIA: Hablar en Soria de la carcoma y entender su significado...

Sin embargo, este hombre íntegro y tolerante, lleno de proyectos e ideas para su ciudad, tenía que toparse forzosamente con la oposición y el cerrilismo de los mediocres que, aparentes paradojas de la vida, terminarían colocándose en el Ministerio de Cultura. Así, sin cejar en su ignominiosa tarea de acoso y derribo, lograron que un aciago día para la cultura soriana, la zafiedad de un alcalde iletrado y el desprecio que suele engendrar la ignorancia, con la impunidad que daba el cargo, consumase a escondidas uno de los más burdos latrocinios que se recuerdan: hizo llamar a los bomberos para que apagasen el fuego de la cultura, para que hiciesen el trabajo sucio de abandonar los cuadros como trastos inútiles, junto a picos y palas, polvo y telarañas, en un almacén municipal.

Aquello que contaba en la "Memorias de Martín Pedraza" fue una página triste -otra más- para la cultura soriana. La verdad es que por Soria han desfilado algunos alcaldes (y alcaldesas) que son para echarles de comer aparte. Algunos de aquéllos por ser impuestos por el anterior régimen y algunos de éstos con el voto de la gente de Soria, lo que ya no tiene disculpa. Y no hace falta decir nombres.

Por cierto, habrá que comentar otro día con más tiempo una actuación positiva: la recuperación del ábside de la Mayor (con el actual alcalde) y otra negativa: el mamotreto del Parador de Turismo (con una señora alcaldesa).

En mi breve visita a la tierra, estos días festivos, he disfrutado con la sorpresa agradable de encontrarme con lo que ningún soriano vivo de generaciones anteriores había visto nunca hasta hace unos días: el ábside de La Mayor a la vista de todos, exento y liberado ya, tras siglos, de las viviendas adosadas a él. Hay que felicitar al Ayuntamiento y a su Alcalde por llevar a cabo la recuperación de este enclave histórico, lo que beneficia, y mucho, el entorno de la Plaza Mayor y el casco viejo. Y puedo decirlo, desde la independencia y libre de ataduras partidistas, más cuando no puedo votar en Soria al vivir y estar empadronado a muchos kilómetros de la tierra.
(Esperemos que la carcoma haya sabido reconocer la labor positiva del joven munícipe, aunque no sea de su ideología.)

Hablar en Soria de la carcoma y entender su significado muchos paisanos, que conocen bien la sociedad soriana, no es difícil; definirlo, ya es más. La carcoma no coincide, al menos en su plenitud, con una inclinación del voto, sino que es algo más complejo. En Soria, la carcoma se concentra en los poseedores de una mentalidad rancia, estrecha de miras, inmovilista, estancada en sus prejuicios y en sus mediocres privilegios, para los que cualquier cambio, apertura, innovación o llegada de aire fresco o aires nuevos supone inquietud por temos a que su status se vea alterado lo más mínimo. Son, además de murmuradores, incapaces de ponerse en la postura del otro y, por supuesto, su sentido del voto no lo han cambiado ni lo van a cambiar nunca. Su apego al apellido -en Soria todavía quedan apellidos y apellidos- al "mientras menos seamos a más tocamos" y a que "virgencita que todo se quede como está" les impedirá reconocer lo que haga un ayuntamiento regido por un munícipe al que nunca osarían no sólo votar, sino reconocer sus logros. Y, por lo que he oído a algunos sorianos independientes, el muchacho -lo digo por su juventud- es bastante majo; con sus luces y sombras, supongo.
Un saludo.


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