SORIA: A veces, el señor Florencio hacía portes a Pinares,...

A veces, el señor Florencio hacía portes a Pinares, y al regreso nos regalaba pizorras para que hiciéramos barquitos. Con la ayuda de una navajilla y un poco de habilidad y paciencia, los chicos del barrio armábamos una flota de canoas, barcas y carabelas preparada a entrar en acción en cuanto llegase la primera tormenta de verano o el hombre de la manga riega apareciese por la calle: “La manga riega que aquí no llega, si llegaría, me mojaría”. Si la cantinela no hacía efecto a la primera, el griterío continuaba con más fuerza e insistencia: La maaanga rieeega, que aquiií no lleeega, si lleeegaría, me mooojaría”. Lo demás corría por nuestra cuenta: con tierra y unos pocos guijarros hacíamos una presa perpendicular al bordillo de la acera, y en la pequeña balsa que se formaba echábamos nuestras pizorras convertidas en improvisadas e improbables trirremes, en nuestro afán de reeditar, un montón de siglos más tarde, las naumaquias de la antigua Roma, no en balde las películas de romanos eran nuestras preferidas junto a las del Oeste.