Después cada uno de nosotros nos dispusimos para el relajamiento de nuestros maltratados y cansados cuerpos, para ello, cada cual cogió los útiles que creyó conveniente para tan importante tarea. En el campamento solo se quedó el vigilante y avisador por si ocurría alguna emergencia. Estábamos todos muy tranquilos cuando el vigilante no se le ocurrió otra cosa que hacer unos ejercicios de tiro al blanco con una escopeta de perdigón, estaba muy ensimismado en dicha tarea cuando, al cargar dicha escopeta, ... (ver texto completo)
Después de varios minutos de deliberación y con gran pesar por parte de todos sin excepción, decidimos dar por terminado el tiempo de nuestra singular e inigualable acampada, con lo que con lo que nos dispusimos a recoger todo el campamento y meter todo el equipaje en el remolque.
Una vez todo recogido, nos reunimos todos y con mucha tristeza por parte de todos, decidimos ver por última vez lo que fue nuestro hogar durante unos días; fueron unos momentos muy tensos y difíciles para todos, se reflejaba en nuestros rostros. Montamos en el tractor y remolque y nos fuimos alejando de Villalosín, un Villalosín triste y solitario en un atardecer agrio y frío de agosto.
Atrás quedaron unos días de convivencia y supervivencia de ocho mozos dezanos que un día decidieron ir a pasar unos días aislados e ignorados del resto del mundo.
Atrás dejamos también al pastor, que fiel a su trabajo, todos los días nos visitaba con su rebaño de ovejas y sus perros, dándonos noticias de la Villa y sus gentes, no sin antes uno de los perros nos siguió unos metros corriendo y ladrando detrás delo remolque como para darnos su agradecimiento por nuestra compañía y a la vez blindarnos una despedida calurosa y a la vez ruidosa. Conforme nos íbamos acercando a la Villa, nos encontramos con algún que otro de sus habitantes a los cuales saludábamos, correspondiendo ellos también a nuestro saludo.
Continuará... ... (ver texto completo)
Una vez todo recogido, nos reunimos todos y con mucha tristeza por parte de todos, decidimos ver por última vez lo que fue nuestro hogar durante unos días; fueron unos momentos muy tensos y difíciles para todos, se reflejaba en nuestros rostros. Montamos en el tractor y remolque y nos fuimos alejando de Villalosín, un Villalosín triste y solitario en un atardecer agrio y frío de agosto.
Atrás quedaron unos días de convivencia y supervivencia de ocho mozos dezanos que un día decidieron ir a pasar unos días aislados e ignorados del resto del mundo.
Atrás dejamos también al pastor, que fiel a su trabajo, todos los días nos visitaba con su rebaño de ovejas y sus perros, dándonos noticias de la Villa y sus gentes, no sin antes uno de los perros nos siguió unos metros corriendo y ladrando detrás delo remolque como para darnos su agradecimiento por nuestra compañía y a la vez blindarnos una despedida calurosa y a la vez ruidosa. Conforme nos íbamos acercando a la Villa, nos encontramos con algún que otro de sus habitantes a los cuales saludábamos, correspondiendo ellos también a nuestro saludo.
Continuará... ... (ver texto completo)