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FOLCLORE SORIANO: FIESTAS, DANZAS Y CANCIONES

Gervasio Manrique de Lara - 27/01/2005

Recuperamos un artículo publicado en 1967 por Gervasio Manrique de Lara acerca de esta temática, en donde resume brevemente tales manifestaciones del folclore soriano, con fotos de la época


¿Cuáles son las peculiaridades del folklore soriano? Señorío tradicional en las relaciones sociales. Ademanes hospitalarios con los extraños. Sentenciosa moral en sus hábitos de vida. Sentido de la medida en sus juicios y opiniones. Ritmo monótono y pausado en sus danzas y canciones. Tristeza del alma en sus diversiones recreativas. Tradición pastoril en el arte culinario. Austero rigor paternal en las bodas y bautizos. Religiosidad en sus romerías. Honor a la palabra empeñada en ferias y mercados. Defensa
de la estirpe y robusta cohesión familiar. Dignidad personal rechazando las ofensas en las polémicas. Supercrítica para minimizar al que sobresale.

Por esto en la provincia de Soria, no se levantan monumentos nadie. Aquí todos iguales, dicen los sorianos, en igualdad personal, en igualdad de dignidad racial, en igualdad política, del Rey a bajo ninguno. Al que levante la cresta se la quiebra de una pedrada. Al que admite un homenaje, la supercrítica clandestina le roe los huesos hasta los tuétanos.

Con motivo de recoger motivos de arquitectura popular para hacer el Pueblo Español en la gran exposición universal de Barcelona el cronista acompañó al famoso pintor D. Miguel Utrillo y a dos arquitectos catalanes en una ruta por los pueblos de Soria. Llegamos a Molinos de Duero y un viejecito pulcramente vestido, con su traje popular, estaba sentado en un carasol. Uno de los arquitectos enfocó su máquina y le hizo una fotografía. El viejecito que se apercibió de ello, se levantó como un basilisco e increpó
al incorrecto por no haberle pedido permiso. Le hizo romper la placa en su presencia. Este gesto de suma dignidad soriana, le dejó conmovido de admiración al pintor Utrillo que había recorrido los caminos del mundo y no había presenciado un ademán de dignidad personal como la que acababan de ver sus ojos.

Los sorianos no conocen la música del arbolado, los concierlos de los pájaros, las caricias de los paraísos terrenales, reposar a la sombra de los almendros en flor, pero sus excelencias espirituales,
su brío racial, sus juicios sobre la vida exaltan su dignidad a su última potencia.

No desconocemos las flaquezas que afligen al hombre de los campos de Soria. pero no incumbe a un soriano integral ponerlas de relieve porque no pertenece al coro de los grillos que cantan a la luna ni a los que añoran lo que el vecino alcanza.

Las fiestas populares de la provincia de Soria suelen celebrarse de San Juan a San Pedro, reminiscencias celtíberas del solsticio de verano. Las presiden los actos religiosos. En el mes de septiempre
hay una fiesta obligada para dar gracias a Dios, recogida la cosecha. Se celebran las fiestas de Navidad, de Semana Santa, del Corpus Christi y de las Animas o de difuntos.

A las fiestas populares de cada pueblo acuden familiares de los pueblos comarcanos, signo de cohesión de la estirpe. Antiguamente, dulzaineros afamados amenizaban los regocijos públicos con pasacalles y bailables. Durante los dos días de fiesta se corría hasta dilatarse los estómagos como calcetines de algodón. Era encantador ver llegar los invitados cantando romances por caminos y veredas.

Las romerías a los santuarios comarcales, como a la de la Virgen de Hinodejo, son fiestas jubilosas que alegran el alma de los romeros. Los caminos que conducen a la ermita se poetizan con el fulgor y alegría de las caravanas de romeros. Los jóvenes llegan a caballo y caracolean delante del templo para lucir su majeza.

Hay misa cantada a la que asisten las autoridades de cada pueblo con las insignias (Cruz y Pendón). Después del acto religioso, los de cada localidad se reúnen en corros para bailar al son de la pandereta y celebrar la comida en común ent re familiares. En estas romerías se conciertan las bodas entre los jovenes.

Las fiestas de Navidad en las aldeas pastoriles de la Ibérica soriana son de un fervor religioso que conmueven por su belleza. La cena de nochebuena se celebra en casa del familiar más representativo.
Se sientan a la mesa los pastores y sus hijos. El ama de casa reparte las viandas, sin que falte el besugo y el turrón de alpargata. Terminada la cena, comparsas de zagales y zagalas con instrumentos musicales, zarramplines, flautas, almireces y panderos recorren las calles para pedir la gallofa en casa de los ganaderos. A la misa del Gallo, a las doce de la noche, asisten los pastores con sus trajes de gala y collares de cencerrillos al cuello. Asisten a la misa los dos pastores decanos con su zurrón
a la espalda y su cayado en las manos. Las mozas cantan villancicos y romances a cada ceremonia religiosa. Los mozos en el coro imitan el canto de los pájaros, y los guarridos de las alimañas.

Terminada la misa, los pastores que ayudaron al oficiante reparten los confites que llevan en sus zu r rones en deliciosa algarabía jubilosa.

Las fiestas más singulares de la provincia de Soria, de interés nacional, son tres: la del toro jubilo de Medinaceli, la purificación por el fuego en San Pedro Manrique y las de las Calderas de Soria.
Lástima que haya sido suspendida la de Medinaceli, pues el toro no sufría más que una lidia corriente. Sin embargo, la blandenguería actual de unas damas sentimentales han logrado la suspensión de la misma. Pero en su día la celebraremos. Grecia y Roma que aleccionaron al mando tenían fiestas más enardecidas de coraje que la del toro jubilo de Medinaceli. Es esta fiesta de tal temple racial, de tal brío, de semejantes valores estéticos que emocionaba de belleza y hombría a los espectadores.

La fiesta de purificación por el fuego en San Pedro Manrique tiene sus orígenes en las saturnales helénicas. Se celebra también en Inglaterra, la India y en Brasil. Esta fiesta sampedrana, con
motivo del auge turístico, ha tomado renombre universal. Se celebra la víspera de San Juan a las doce de la noche. No se queman los pies los que pasan descalzos por encima de las brasas de
la hoguera, debido a una técnica heredada, de los hijos del pueblo, que hacen esta promesa.

La fiesta de Calderas de Soria, entre otros festejos de San Juan, es de fraternidad y poesía. El parque de la Alameda borbollonea de gozo encantador. Solo aludimos a esta fiesta porque los sorianos la conocen de sobra y sería una puerilidad literaria describirla.

Danzas

Las danzas de la provincia de Soria, en consonancia con el temperamento de sus habitantes tienen sus propias peculiaridades, que son sus ritmos saltantes y desangel de sus brazos al son de la gaita y tamboril y de la ronca pandereta. La gaita chillona, la vibrante almirez, el guitarrillo tímido y dulzón, los cachirulos estridentes y las sonoras coberteras son los instrume nos que miman las canciones bailables monótonas y tristes.

Las principales danzas que se bailan en el área provincial son el bilano, la rueda, los monitos, el triscado, arriba y abajo, la jota, los brincadillos, las palomas chiclaneras con ademanes de señorial minué y las de los danzantes que en Se govia se llaman del paloteo.

No hay como los bailes populares para expresar los sentimientos de los pueblos y la vitalidad de su raza. Son manifestaciones folklóricas que revelan la hondura de sentimientos ea sus manifestaciones bélicas, místicas, sensuales, eróticas y vigorosidad racial. En Galicia, donde perduran las influencias celtas tienen el fervor poético de ritos ancestrales. La danza prima de León tiene sabor helénico. En Cataluña se baila la sardana coco rito relicioso. El arte coreográfico de Valencia es de los más bellos del mundo. Los bailes vascos, al son del chistu y tamboril, expresan el vigor de su raza. El cante jondo andaluz lleva
la melancolía y el sentir de un pueblo al que Dios le dió la luz y color de sus paisajes maternos.

En la provincia de Soria, sus danzas más típicas son las que se bailan en procesiones y romerías. Tienen sabor místico-religioso. Se ejecutan al son de la gaita y tamboril. Se caracterizan por sus ritmos saltantes y monótonos.

De sus doce danzas, las más bellas son las del cordón y las coberteras. La letra de la primera danza empieza con esta canción:

"Fuentecita mana, mana,
mana agua y cogeré
que me están esperando mis amos
y volveré".

En San Leonardo, Las Fraguas, Calatañazor y Sotillo del Rincón han perdurado los danzantes hasta la
época actual.

El milano y la rueda se bailan en la ribera del Duero. El milano es baile agarrado y rueda suelto, alrededor de la plaza.

Los monitos se bailan en las Vicarías, los bailan dos parejas con aires de jota de influencia aragonesa y los ejecutantes entrecruzan las parejas con repiqueteos de los brazos y los pies.

Las palomas chiclaneras corresponden a las gentes de la Tierruca. Es un baile señorial de elegantes ademanes.

"Las palomas chiclaneras
se vienen y se van
dejémoslas que vuelvan
que ellas volverán."

El más antiguo baile que conocemos de los pueblos de Soria es el triscado. Lo vimos bailar en La Vega de Yanguas. Tiene sabor pastoril. Lo ejecutan dos mozas y un mozo. Danza arcáica de suma belleza. Imita el arrullo de los palomos y de los animales enamorados. Al final de la danza las das mozas forman un arco con sus brazos y el galán se arrodilla para acariciar a la que lo ha conquistado.

Las canciones de Soria son gangosas, de notas arrastradas, chillonas, lamentos tristes, canciones de estepa. Cuando cantan los sorianos parecen que recitan romances. Lo que sus ojos no han visto cantar no lo sabrían. Carecen de modulaciones y cadencias.

Y es que el rigor del clima, los cambios de temperatura, el aire punzante de las sierras endurecen los oidos de los sorianos. Por esto Soria no es tierra de músicos ni orfeones.

Sin embargo, cuando recogimos el cancionero soriano con Mr. Schindler, que está publicado en el libro "Música y Poesía de España y Portugal", nos quedamos sorprendidos al encontrar unas trescientas tonadas, por cierto la más bella es la de los danzantes.

El musicólogo García Matos ha recogido después algunas canciones de Soria. Ahora, otro musicólogo, el Sr. Larrea, tiene en preparación una excursión por Ios pueblos de Soria.

La más alegre canción de la provincia de Soria se canta en Castilfrío de la Sierra. Canción de primavera de la llegada de los merineros.

! La mañana de San Juan
corno te jaleabas
La mañana de San Juan
me tiraste un limón
como iba de romería
el viento se lo llevó.

La canción de los pastores que divulgó por toda España el maestro Benedito, tiene su procedencia en la Ibérica soriana. Es una canción triste y melancólica de despedida de los pastores trashumantes.

"Ya se van los pastores a la Andalucía
ya se queda la sierra
triste y sombría."

En Oncala recogimos la siguiente canción de las zagalas enamoradas:

"Los amores son pastores
pasan el puerto mañana,
quien fuera cantinerita
del puerto de Guadarrama".

La poesía de Soria, la creada por Ios poetas sorianos es hija de su raza y ambiente natural. Tiene su forma propia, su propio sabor, su plástica verídica, su desnudez de lenguaje. Se llama a las cosas por sus nombres. Carece de metáforas audaces. Sinceridad del idioma, realismo expresivo, como el romance del Cid
que son estampas de sobriedad y sencillez. Canta el heroísmo, la hidalguía, el misticismo religioso con vocabulario conocido sin Ios primores de la imaginación que ha sembrado de bellezas al mundo.

En todas sus manifestaciones artísticas los sorianos expresan el dolor permanente que llevan en su alma.
Veamos una canción recogida en Fuentearmegil que se canta también en Burgos:

"Aunque me ves que canto
no canto yo,
canta la lengua
llora el corazón."

O esta otra de Calatañazor:

"He visto un rayo del sol
entre negros nubarrones
así veo mi esperanza
entre penas y dolores."

NOTA: Hemos reproducido casi todo el artículo "Soria, sus fiestas, danzas y canciones", de Gervasio Manrique de Lara, publicado en la antigua "Revista de Soria", nº 2, Segundo trimestre de 1967, que publicara en su día la Diputación de Soria.


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