Recomiendo, encarecidamente, a mis tres (¿contertulios?) que adquieran un ejemplar de El Quijote, lo dejen sobre la mesita de
noche y cuando tengan malos pensamientos opten por una de las dos soluciones que les aporto:
Lean un capitulo al azar, o golpéense la frente con el tomo, con los cantos a ser posible.
Como decía El Gallo, “lo malo de los
toros no son ellos mismos, lo malo son sus ideitas…”
Y a mí, que no soy el excelso torero, se me ocurre que lo malo de los humanos no somos nosotros mismos,
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