CARTA ABIERTA A "NUESTRA" ENTRAÑABLE GUADALAJARITA (IV).
Una vez más, con mil amores, --tus deseos son órdenes-- quiero hacerte llegar, además de la alegría que me proporciona leerte de nuevo en esta ventana imaginándome el cariñoso tiembre de tu voz, apreciar la bonanza de tus sabios consejos y valorar la satisfacción de reencontrarnos en este lugar común de intercambio de ideas y afectos.
Los "quintos", según parecer más extendido, han sido una institución en España de gran "solera" que podría traducirse en algo así como la "alcabala" o tributo que la sociedad en general de este país habría de contribuir al sostenimiento de los ejércitos de la nación mediante la aportación de todos los jóvenes varones que al cumplir la edad de veinte años, habrían de pasar a integrarse en aquéllos en su calidad de soldados, siempre que gozaran de buena salud e integridad física y psíquica, (y a esa edad la tenían casi todos), por un tiempo que podría oscilar, según necesidades, entre uno, dos, o más años, en virtud de circunstancias derivadas del estado en que se encontrara la situación bélica nacional, es decir, en paz o en tiempo de guerra. Hoy ya no existe. Si repasas vuestra historia en México, también funcionó allí la "alcabala" en favor del poder de la administración establecido a comienzos del siglo XIV como prestación tributaria de un dos por ciento en metálico o en especie que de inmediato se extendió al resto de la América latina. Vuestros orígenes y los nuestros, tienen mucho en común.
El tributo en cuestión sobre las familias, en realidad se aceptaba más como un honor que como una pesada obligación a pesar del trauma que en cada una de ellas suponía desprenderse de un hijo en lo mejor de su edad. Por consiguiente, tal eventualidad se celebraba el año anterior a la incorporación al ejército con el "fasto" del llamado Día de los "Quintos", denominación que deriva de algo así cómo la "quinta" parte de algo como cuantía de tributo que en definitiva era.
Ese día, coincidente en Poveda con la fecha del Martes de Carnaval (febrero de cada año), los "mozos", todos ellos en edad de veinte años, se prestaban a realizar una especie de torneo consistente en que, cabalgando sobre un caballo y a la vista de todo el pueblo, cada uno habría de arrancar con su propia mano, sin frenarse en la carrera, la cabeza de un hermoso pollo de corral, vivo, de entre 4 ó 5 kilos de peso (aquí se denominan gallos), previamente colgado de una cuerda a la altura apropiada para tal fin, de forma que el espectáculo era un tanto de demostración de destreza y virilidad.
El hecho en sí tenía también ciertas connotaciones sociales por cuanto, la cabeza arrancada al gallo era arrojada "cariñosamente" por el jinete sin apearse de su caballo, a la moza que era su novia o pretendía que lo fuera, o bien a otra persona de su familia o amistad.
Excusado es decir que la tradición exigía que la apetitosa carne de aquellos pollos, bien concinados y aderezados con otras suculentas viandas y buen vino, los mozos, acompañados de sus novias, amigos/as y/ó familiares, los compartían en comida/cena de alegre camaradería, cuyo broche final era la velada en el salón municipal del baile amenizado por orquesta, en el cual participaba todo el pueblo. Obviamente, en virtud de la crueldad que suponía el espectáculo de arrancar la cabeza a los animales vivos, la fiesta se suspendió hace ya varios años.
Imagínate si era importante la cuestión de los quintos, no ya sólo en Poveda sino en todos los demás lugares, que, como anécdota, te diré que, en cierta ocasión, el máximo responsable administrativo de un Ayuntamiento, aquí llamado Secretario, al momento de jubilarse para hacer la entrega de la administración del mismo al que venía a sustituirle, viéndole tan preocupado por la responsabilidad que se le venía encima, le dijo: "Mira, en el Ayuntamniento sólo hay que tener en cuenta dos cosas, los "cuartos" (el dinero) y los "Quintos".
Espero haberte complacido. Un beso para ti.
Una vez más, con mil amores, --tus deseos son órdenes-- quiero hacerte llegar, además de la alegría que me proporciona leerte de nuevo en esta ventana imaginándome el cariñoso tiembre de tu voz, apreciar la bonanza de tus sabios consejos y valorar la satisfacción de reencontrarnos en este lugar común de intercambio de ideas y afectos.
Los "quintos", según parecer más extendido, han sido una institución en España de gran "solera" que podría traducirse en algo así como la "alcabala" o tributo que la sociedad en general de este país habría de contribuir al sostenimiento de los ejércitos de la nación mediante la aportación de todos los jóvenes varones que al cumplir la edad de veinte años, habrían de pasar a integrarse en aquéllos en su calidad de soldados, siempre que gozaran de buena salud e integridad física y psíquica, (y a esa edad la tenían casi todos), por un tiempo que podría oscilar, según necesidades, entre uno, dos, o más años, en virtud de circunstancias derivadas del estado en que se encontrara la situación bélica nacional, es decir, en paz o en tiempo de guerra. Hoy ya no existe. Si repasas vuestra historia en México, también funcionó allí la "alcabala" en favor del poder de la administración establecido a comienzos del siglo XIV como prestación tributaria de un dos por ciento en metálico o en especie que de inmediato se extendió al resto de la América latina. Vuestros orígenes y los nuestros, tienen mucho en común.
El tributo en cuestión sobre las familias, en realidad se aceptaba más como un honor que como una pesada obligación a pesar del trauma que en cada una de ellas suponía desprenderse de un hijo en lo mejor de su edad. Por consiguiente, tal eventualidad se celebraba el año anterior a la incorporación al ejército con el "fasto" del llamado Día de los "Quintos", denominación que deriva de algo así cómo la "quinta" parte de algo como cuantía de tributo que en definitiva era.
Ese día, coincidente en Poveda con la fecha del Martes de Carnaval (febrero de cada año), los "mozos", todos ellos en edad de veinte años, se prestaban a realizar una especie de torneo consistente en que, cabalgando sobre un caballo y a la vista de todo el pueblo, cada uno habría de arrancar con su propia mano, sin frenarse en la carrera, la cabeza de un hermoso pollo de corral, vivo, de entre 4 ó 5 kilos de peso (aquí se denominan gallos), previamente colgado de una cuerda a la altura apropiada para tal fin, de forma que el espectáculo era un tanto de demostración de destreza y virilidad.
El hecho en sí tenía también ciertas connotaciones sociales por cuanto, la cabeza arrancada al gallo era arrojada "cariñosamente" por el jinete sin apearse de su caballo, a la moza que era su novia o pretendía que lo fuera, o bien a otra persona de su familia o amistad.
Excusado es decir que la tradición exigía que la apetitosa carne de aquellos pollos, bien concinados y aderezados con otras suculentas viandas y buen vino, los mozos, acompañados de sus novias, amigos/as y/ó familiares, los compartían en comida/cena de alegre camaradería, cuyo broche final era la velada en el salón municipal del baile amenizado por orquesta, en el cual participaba todo el pueblo. Obviamente, en virtud de la crueldad que suponía el espectáculo de arrancar la cabeza a los animales vivos, la fiesta se suspendió hace ya varios años.
Imagínate si era importante la cuestión de los quintos, no ya sólo en Poveda sino en todos los demás lugares, que, como anécdota, te diré que, en cierta ocasión, el máximo responsable administrativo de un Ayuntamiento, aquí llamado Secretario, al momento de jubilarse para hacer la entrega de la administración del mismo al que venía a sustituirle, viéndole tan preocupado por la responsabilidad que se le venía encima, le dijo: "Mira, en el Ayuntamniento sólo hay que tener en cuenta dos cosas, los "cuartos" (el dinero) y los "Quintos".
Espero haberte complacido. Un beso para ti.