Serían las cuatro y media después del mediodía. Ya habiamos echado de
comer a las gallinas y a los perros. Una tarde soleada y con un
cielo azul tristón. Apenas se rielaban algunos estratos sueltos de nubes. Pero, no nos impedía ver el sol; un sol que, en momentos, cegaba al fotógrafo y se tuvieron que sacar las
fotos a "ojo de buen cubero".
Desde el punto de observación que estábamos, se apreciaba muy profunda la hondonada. Era impresionante, delicioso para la vista.
Espero que os guste. Un
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