FAENAS AGRÍCOLAS: EL ACARREO
No podía salirse del
pueblo antes de las tres de la mañana para ir a acarrear. Existía el “peligro” de que, amparados en la oscuridad, alguien pudiera robas haces del vecino.
Era la hora en que el Sr. Román, el alguacil, daba los tres toques de
campana.
Allí estábamos, esperando, en fila, los
carros con sus baluartes, de más capacidad (los estacones habían, ya, quedado anticuados).
Mi padre me había preparado la cama en el
carro (unos sacos de paja, a medio llenar,
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