Quietos, quietos estén los cielos.
Quietos los suelos. Quietos.
Que nada rompa el silencio.
Despidiendo al amigo, lleno está el pueblo de jóvenes y viejos.
La campana gorda, tañendo está a duelo.
Las ondas que el bronce lanza al viento, lanzas son que atraviesan los corazones.
Ojos míos, ¡soltad dos lagrimones!
Tu presencia seguirá, Eduardo, por todos los rincones.
Con la vista nublada, alcé mi copa al cielo, por ti, que viviste tan poco tiempo, y vi un camino marcado con una jota, que llegaba ... (ver texto completo)
Quietos los suelos. Quietos.
Que nada rompa el silencio.
Despidiendo al amigo, lleno está el pueblo de jóvenes y viejos.
La campana gorda, tañendo está a duelo.
Las ondas que el bronce lanza al viento, lanzas son que atraviesan los corazones.
Ojos míos, ¡soltad dos lagrimones!
Tu presencia seguirá, Eduardo, por todos los rincones.
Con la vista nublada, alcé mi copa al cielo, por ti, que viviste tan poco tiempo, y vi un camino marcado con una jota, que llegaba ... (ver texto completo)