La primera reina que reinó por derecho propio en la península ibérica fue doña Urraca I de
León. Se trata de un personaje absolutamente excepcional e insólito en el medioevo hispánico: por su condición de mujer, por su importancia e influencia en los hechos de la época en la que vivió y las divergencias que provocó, maltratada físicamente y psicológicamente por su segundo esposo y también por sus súbditos, demostró tenacidad y fuerza indomable, pero no ha sido apreciada justamente por la
historia. Doña Urraca era bisnieta de un rey de
Navarra, un rey de
Aragón, una condesa de Castilla y un rey de
Francia, un linaje excepcional, hija de Alfonso VI, que dicho sea de paso tuvo cinco esposas legales Inés de Aquitania, Constanza de Borgoña, Isabel de Francia, Berta de Toscana y Beatriz Urraca “La Temeraria”, apodo con el que pasó a la posteridad, tenia ciertas características tendientes a la violencia e incluso le reconocen “méritos” virtuosos en un hombre, pero impropios en una mujer, por lo que Doña Urraca es una figura histórica muy controvertida, poseedora de gran habilidad, carácter y determinación, su personalidad y las circunstancias históricasEra doña Urraca hija primogénita de Alfonso VI de Castilla y de Constanza de Borgoña, nació en León en el año 1081. Contrajo matrimonio con apenas doce años con el conde Raimundo de Borgoña, de quien nacería el futuro Alfonso VII en 1105 y su hija Sancha Raimúndez. Urraca se convierte en la única heredera a los tronos de León y de Castilla tras la muerte de su hermano Sancho en la batalla de Uclés en 1108. Alfonso VI en
Toledo convoca una Curia para proclamar a Urraca sucesora y jurar en el Alcázar de Toledo como futura Reina de Castilla y de León. Al quedar viuda, su padre quiso casarla con Alfonso el Batallador, intentando evitar disputas ente leoneses y castellanos Las capitulaciones preveían que todos los reinos del matrimonio pasarían al heredero común, lo que excluía de la sucesión de León y de Castilla a Alfonso Raimúndez, hijo de Urraca, que era conde de
Galicia Urraca murió durante el parto de un tercer hijo del conde Pedro González de Lara, con 45 años de edad en el
castillo de Saldaña en
Palencia, el 8 de marzo de 1126 y por deseo suyo fue enterrada en el panteón real de
San Isidro en León, como era
tradición de los reyes de León, tradición rota por su padre, Alfonso VI de León, quien recibió sepultura junto a la mayoría de sus esposas, entre ellas Constanza de Borgoña, madre de la reina Urraca, en el
Monasterio de San Benito de Sahagún. Le sucedió en el trono castellano-leonés su hijo primogénito, que reinaría como Alfonso VIII. Trató durante su vida de hacerse respetar por sus súbditos y cuando se sentía agraviada gritaba: “ ¡El rey soy yo!”. Se autotituló: Totius Hispaniae Regina, emulamdo el titulo imperial que ostentó Alfonso hasta la anulación matrimonial: Alfonsus Gratia Dei Imperator de Leone et Totius Hispaniae Rex, de haber prosperado esta unión dinástica la unificación de los reinos cristianos de
España y
Portugal se hubiese materializado.