LA MAGDALENA: Es que... verá, Coral, yo tuve dos anbuelitas (su marido...

Muy buenas noches a tod@s. Acompaño a esta preciosa foto de tía Elvira, de ayer, que cumplió 90 maravillosos años, un relato de una parte muy importante de su vida, escrito por ella misma y contado por Ofelia.
¡FELICIDADES TÍA ELVIRA!

UNA HISTORIA DE AMOR
Es verdad que hay mucha rivalidad entre Canales y La Magdalena. Siempre la ha habido y, probablemente, siempre la habrá. Pero también es verdad que hay mucho amor y muchas vidas entrecruzadas entre ellas. Y para muestra… Un botón:
Hace muchos, muchos años, los niños de Canales y La Magdalena se reunían los jueves por la tarde en el Coto escolar. Cada niño tenía un árbol frutal que cuidar y desde la primavera hasta el otoño, pasaban allí las tardes de los jueves. Había una caseta donde guardaban unos cubos que usaban para coger agua del río y regar cada uno su propio árbol.
Dentro de ese grupo de niños y niñas de todas las edades, había un guaje de Canales que cada jueves, además de regar su propio árbol, cogía agua del río con su cubo para ayudar a regar el de una chica de La Magdalena. Cada jueves, durante todo ese curso, se repitió la misma historia. A la chica, un poquito mayor que él, le gustó mucho el gesto y, para el final del otoño ya eran amigos.
Pero pasaron los años, la escuela terminó, llegó la guerra... Fueron tres años terribles, donde no hubo tiempo ni para Coto, ni para árboles, ni para riegos, ni para nada.
Después de la guerra, aquellos niños de otrora se habían convertido ya en jóvenes y, aunque los tiempos seguían siendo difíciles, llenos de vida que intentaban disfrutar de cada minuto que podían.
A la protagonista de nuestra historia no le gustaba mucho bailar pero, como todas las jóvenes de su edad, iba al baile y, cuando lo hacía, iba acompañada de su hermana y las dos, por supuesto “custodiadas” por sus hermanos, ya que eran “unos cuantos”.
Siempre que llegaba al baile, se fijaba en un chico muy alto que estaba al fondo de la sala, que al verla, se acercaba a ella y la sacaba a bailar. Hay que reconocer que aunque no le gustaba bailar, con él no lo hacía del todo mal.
Muchos días, cuando ella salía a pasear también se encontraba con el joven que “por casualidad” y según sus palabras, “pasaba por allí”.
Poco a poco se fueron haciendo cada vez más amigos y, con el paso del tiempo y, por supuesto… con el permiso de sus hermanos, el joven comenzó a acompañarla a casa después del baile. ¿Eran novios? No lo sé, quizá todavía no, pero lo que sí tenían muy claro era que disfrutaban mucho estando juntos.
Como buen leonés, él era parco en palabras pero grande en sentimientos. Un día, mientras paseaban, preguntó a la chica:
— ¿Te acuerdas de aquel guaje que, en el Coto escolar, te cogía agua del río para regar tu árbol?
A ella le pilló de sorpresa la pregunta porque casi ni se acordaba de aquello, Había pasado tanto tiempo.
—Era yo, le dijo. Sabes que no soy hombre de muchas palabras. No sé expresar muy bien mis sentimientos, pero siempre debes estar segura de mi amor. Te he querido desde mucho antes de conocerte, incluso antes de atreverme a hablar contigo. Ya entonces sabía que quería pasar el resto de mis días a tu lado. Puede ser que no sepa decírtelo, pero has llenado mi vida.
Ella le miró a los ojos y descubrió en ellos al niño de entonces. Ella asegura que, desde ese día le quiso, si cabe, un poquito más.
Se casaron y tuvieron tres hijos que fueron su mayor alegría, pero también tuvieron preocupaciones y problemas que vivieron y solventaron juntos.
Tuvieron que dejar el pueblo y la casa que habían ido construyendo al mismo tiempo (y con el mismo amor) que habían ido construyendo su propia familia. Se alejaron también de su río, que había corrido siempre paralelo a sus vidas, al ir a la gran ciudad.
Como ya todos habréis adivinado, los protagonistas de esta historia de amor fueron Pablo y Elvira, mis padres, y… nuestro pueblo y nuestro río Luna.
Mi madre me contó esta historia hace unos años, mientras paseábamos y recordábamos a mi padre. Como me parece tan bonita, la he pedido permiso para contárosla a vosotros.
Ofelia.
Voy a añadir que tío Pablo era primo carnal de mamá y que tío Pablo y tía Elvira se casaron tal día como ayer, coincidiendo con el cumpleaños de tía Elvira. Día que precisamente papá y mamá se comprometieron.
Que tengáis dulces sueños
Besos para tod@s

! Ah Las abuelas! De las abuelas y abuelos, algunos mas jóvenes, se creen que tienen sus voces apagadas, ni mucho menos; solo están en reposo, húmedas, y a veces se tornan sonoras.
La viejecita de este cuento miraba y miraba, de sus ojos unos ojos. Los ojos: Los cuatro ojos, después de haber recorrido muchos caminos en lugares diferentes, después de haber escuchado el chirriar de viejos carros por diferentes caminos, se encontraron, para hablarse de antiguos acarreos, de las viejas espigas. Sus miradas escribían un cuento, el mismo cuento, con las mismas silenciosas palabras.
"Por el camino del molino, entre zarzales, ella niña aún, muy bonita se decía él, aquel chiquillo, que caminaba a su lado, aquel niño que desde su inocencia le tomo su mano, diminuta y caliente, y que se sintió su amigo y protector, desde el momento que se enrredaron sus trenzas en las zarzas de río.
Los suyos, los mayores, les habían enviado ala río a por agua. En una mano el botijo él, la otra mano acurrucada en la suya, no tenían prisa.Él no permitió que ella se acercara al río. Tomo el botijo de las manos de ella, se deslizó entre los carrrizales y al instante regresaría junto a ella, botijo en mano. No hubo muchas palabras aquel día: si hablaron los ojos, si hablaron las manos, si pensaron ambos que estaban creciendo. Si escucharon el gorjeo de los pájaros, de modo diferente. Si hablaría el, cuando posando el botijo sobre la hierba dijo: espera. Ella quiso segir sus pasos, el se lo impidió: Espera dijo. El se había perdido entre las zarzas, para regresar luego con un ramo de violetas.
! Son para ti!- dijo, y ella se levantó de la punta de sus pies, y le dio un beso en la mejilla: él calló, y volvió la espalda azorado. Ella le tomó la mano, y se miraron largamente. Luego caminaron un trecho... y junto a las paredes del viejo molino,él se detuvo. Ella a su lado., el uno frente a otro. Solo los ojos hablaron, unos segundos, se estaban diciendo mil cosas. se estaban haciendo mil preguntas, hasta que él... hasta que los labios se juntaron.
Habían dejado de ser niños.
Habían pasado muchos años, cuando de nuevo se encontraron... solo de sus ojos se hablaron. Solo de sus ojos se contaban el uno y el otro y el otro, este cuento triste... poco antes de que una voz gritara:
! Todo el mundo al autobús!
En este, algunos de los viajeros contarían chistes, o bromearían con mil cosas de sus vidas.
Ellos, desde muy dentro, en la voz desmayada del recuerdo, escribía el mismo cuento en el viejo molino.
libetrtad.

¡Uy, uy, uy! Libertad (Juan) Como proliferan tus relatos ¡Que maravilla! A ti te dan argumento y tu pluma se desliza como pez en el agua, claro guiada por mano diestra.
Un abrazo amigo

Es que... verá, Coral, yo tuve dos anbuelitas (su marido un gruñón por lo que me quedó poca huella, tampoco tengo memorias que se presten a historias de la otra abuela) una de ellas, la mar de sabía, aunque no sabía leer, se parecía a la de la foto, y como andaba ayer elaborando recuerdos, sobre los que no me decidía si escribir en prosa o verso, salieron las dos opciones. La de la abuelita se prestó a un hecho real. de una niña casi mujer, y un mocete, que tenía una gran amiga. y que a su regeso, a su pueblo, se había convertido en una abuelita... muy guapa abuelita.
Nada extraño Coral que leas alguna historia mas de las abuelas.
Ayer a la mía, a aquella adorable abuela, que me prestó los primeros y únicos Reyes Magos de aquellos tiempos, la retraté por partida doble: Este cuento para todas las abuelas, yun largo poema al que nombro: VIAJERO.

Si: me siento gran viajero
por las calles mas largas
caminos polvorientos
con curbas muy cerradas:
-en mi porfía aún llevo
carga de aquella atada-
Desde un lejano pueblo
se me acercan palabras
desde el pozo del tiempo,
muy dulces y hasta amargas...

Y digo:! Quiero un pueblo
de grises piedras o pardas,
conde escribir hoy versos
de historias milenarias...
y que goteen mis ojos
de otras mas cercanas,
ahondando en los barbechos
con las rejas que labran.

! Si! Quiero tener un pueblo
donde verter mil lagrimas
de todos mis recuerdos
y rezos, y plegarias.
Que recen los arados
de ayer en las besanas.
Que me canten los pájaros
y vuelen a bandadas.
Y que campos despiertos
me canten hasta nanas
que un día se perdieron...
y que hoy lejanas cantan.
libetad.

Quiero tener un pueblo
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
¡Buenas noches Libertad (Juan)! Si otros poemas me han gustado este.........
¡Enhorabuena amigo! es precioso.
Un fuerte abrazo.


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