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CANALES: Maria Jesus, que bien escribes, preciosos tus relatos,...

REMEMORANDO EL PASADO 5:- EL CINE
Vivir al lado del cine era una auténtica tentación. Una veces veías la película y la mayoría de las veces te conformabas con ver las carteleras. Eso sí, las veíamos una y otra vez, así íbamos dando rienda suelta a la imaginación, elaborando nuestra propia película. Incluso una vez empezada, no acercábamos a la puerta de salida que estaba cerca de la pantalla y podías oír los diálogos. Lógicamente… no servía de nada.
Y si había suerte y entrabas al cine, primero pasabas por taquilla y te despachaba la entrada Mª Luz la del cartero. En el pasillo te recogía el tique Miguel el de la Quinta. y llegabas a aquella sala que parecía enorme. Bullicio. Ibas hacia delante ya que las primeras cuatro filas de sillas eran para los pequeños. El resto de butacas de madera, para los adultos. Una enorme estufa de carbón calentaba el ambiente.
Inquietos junto a los más amigos, esperábamos que Juaco conectara el NODO para seguidamente dar comienzo la película. No recuerdo ninguna en especial, quizás las de Rafael o Marisol.
Solía haber descanso, momento en que aparecía Nides con su enorme cesta. Un día de cine era un día especial y completo.
Y si no entrabas, el vivir al lado del edificio te permitía ver el otro lado del cinemascope, es decir, los espectadores afortunados que llenaban la sala. Flotaba en el aire una animación festiva al comienzo y fin de película. Coches que invadían los márgenes de la carretera y mucha gente del pueblo y alrededores. El cine dio mucha vida al pueblo.
La televisión sustituyó en parte, al cine. En mi casa era costumbre por la noche reunirse alrededor de la tele con las vecinas, Placidia, Cándida y Concha. En invierno, la tele en la cocina. En verano en la salita.
La verdad es que la falta de costumbre de trasnochar hacía que la mayoría se quedase dormida a la 10 de la noche, y a veces los ronquidos eran tales que costaba seguir el film en cuestión.
El tema de los rombos –censura familiar- en mi casa lo llevaban por el libro. En lo mejor, salían los dos rombos y había que recogerse con gran disgusto nuestro. A veces desde el hall se veía la tele en salita y nos quedábamos agazapados debajo de una mesa central para poder seguir, recuerdo por ejemplo, El fugitivo (pero qué escenas fuertes tenía el fugitivo?)
La verdad es que a los dos canales le sacábamos mucho gusto. Ay si nos dejarán…!
Ahora contad vosotros. Alguien no conoce el cine CANALES…?
Mariajesús Morla

Maria Jesus, que bien escribes, preciosos tus relatos, que no tuve ocasion de leer en su momento.
Aunque no lo vivi todo, es como si lo hubiera vivido porque muchas cosas que cuentas se las he oido a mi padre toda la vida...
Yo viví una generacion mas tarde, aunque con muchas cosas en comun, como las chapas, el final de los "dos rombos" (en mi tiempo poco se pusieron ya, pero en ocasiones terminabas mirando por una rendija de la puerta "Norte y Sur")
Algo que nunca olvidaré era el ritual diario de ir a por la leche, con la lechera en la mano, cuando era pequeña mis padres iban donde Bañez y luego a la magdalena, donde El Casero. No se me olvidará el olor de la leche recien ordeñada...

Por este tipo de cosas creo que las infancias en los pueblos siempre serán mas entrañables que en una ciudad, al menos para mi, el pueblo es inmejorable, aunque ahora las infancias ya no son lo que eran...

Un saludo!