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CANALES: Cuando yo era pequeño...

Cuando yo era pequeño
A pesar de haber nacido en La Robla fui a la escuela de Alcedo donde, al lado de la iglesia, había un morera gigantesca (la morala), vieja en tiempos de los Reyes Católicos.
Cuando sus frutos estaban en sazón aparecían los chavales de La Robla como bandadas de pardales que se posaran el las ramas de la morala.
Aunque el árbol centenario producía lo suficiente para satisfacer a los niños de Alcedo y a toda aquella muchachada (y para disgustar a las madres de todos, que se veían incapaces de quitar las manchas que dejaba el zumo de las moras en manos, brazos y ropa) no había vez en que los escasos escolares de Alcedo no la emprendiéramos a pedradas con los “pardales” roblanos que venían a zampar “lo nuestro”. Nos sentíamos como guerreros medievales defendiendo una fortaleza del ataque del infiel. Poco faltaba para mearnos de gusto cuando conseguíamos hacer retroceder a las hordas invasoras hasta la pasarela sobre el ferrocarril, único punto de enlace entre los dos pueblos.
Hoy, ya crecidos y revueltos, compañeros de trabajo, de vinos, de partidas de cartas o bolos, algunos unidos por lazos familiares, recordamos aquellas peleas y nos escojonamos de risa, nostálgicos de aquellos tiempos en los que la edad que nos permitía correr, avanzar y retroceder con los bolsillos llenos de piedras y chichones en el colodrillo.
Nostálgicos también de aquella morera que se secó, de cuyas raíces ha salido un brote cuyo crecimiento y salud interesa y preocupa a todos, de Alcedo o de La Robla.
Hoy la pasarela no separa: une. Con la edad hemos superado los sentimientos infantiles. Nos hemos hecho adultos.
Y si hubiera algún cincuentón que permanece en la edad mental de los once años, (pobre), o sigue manteniendo sentimientos aldeanos (despierta chaval, que estamos en los tiempos de la globalización y de la TDT), las circunstancias lo tienden a poner en su sitio, porque si los de Alcedo quieren fumar tienen que comprar en el estanco de La Robla, si quieren pan tienen que ir a la panadería de La Robla, por medicinas a la farmacia de La Robla, a ligar a la discoteca de La Robla; y al banco de La Robla, y al peluquero, y a la escuela, y al quiosco, y al centro médico... Y el panadero, el estanquero, el carnicero, el que vende televisores, el de la gasolinera o el del restaurante tienen que atender a todos, porque cobran en euros que no saben de orígenes pueblerinos.

José María
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Jose Maria, me gusta este cuento, yo lo veo real. En mi mpueblo Canales, cuando eramos niños tambien teniamos piquilla con los de la Magdalena, pero como tu bien esplicas en este cuento hoy hemos madurado y nos reimos. Yo le recordaba el año pasado a una amiga de la Magdalena nuestra rivalidad cuando eramos mozas y nos reimos con ganas. Un abrazo