"Yo vengo de lo pequeño, de un lugar que sólo tiene un Nazareno y dos crucificados que recorren las calles. Vengo de allí donde empecé a aprender la devoción de los míos… Tú quizá no puedas entender –o sí- que hombres que blasfemaban con la boca cerrada lloraran como niños al ver pasar a Dios con una Cruz a cuesta. Llegaban los muchachos, llegaban los hombres a la parihuela del Señor y amarraban su pañuelo como quien escritura en un nudo una vieja promesa. Porque sí. Porque para ellos Dios no podía ... (ver texto completo)