Recuerdo que cuando era pequeña, mirabas hacia Peña Nava y apenas había
árboles, salvo un alto chopo que nos indicaba el lugar de Fuenteacia al que soliamos ir de
excursión (a veces con merienda incluida)y donde bebiamos largos tragos de
agua de la
fuente que allí había. Era un agua fresquita y cristalina que me parecía exquisita. Despúes soliamos entretenernos cogiendo cuculillos del
pilón. Estos son recuerdos de una infancia cada vez más lejana ...