¡Qué cabeza la mía! Resulta que voy a rebozar unos sesos y no tenía ni una brizna de harina. A tal hora, las tres. Todo a la hora crítica, sí, me acuso de mi desmemoria para algunas cosas. Y es normal, me quiero y me disculpo. Es lo más normal del mundo que una siempre tiene harina de reserva por lo que pudiera pasar, y ayer me vino más justa que las bragas de judas. Hasta la de rebozar gasté en mis riquísimas pastas de manteca y nuez, que dicho sea de paso, cada vez me salen mejor. Me supero de ... (ver texto completo)