Curación de "espirituados"
Se consideraba que santa Orosia solventaba catástrofes naturales tales como sequías, plagas y pestes. Además, su intervención eliminaba el maleficio del "encortamiento" o "encortadura" que impedía a los recién casados mantener relaciones sexuales. Aunque su intervención más celebrada era la curación de "espirituados" o "espiritados", como se denominaban en el Pirineo aragonés los "poseídos de los espíritus", es decir, endemoniados. Estaba arraigada la creencia de santa Orosia, "la santa sin cabeza", ayudaba a recuperarla a quienes por intervención diabólica la habían perdido.
Eran numerosos los lugares donde la intervención del Cielo liberaba a las gentes de la posesión diabólica; en Aragón, entre otros, se pueden citar el Cristo de los Milagros de la catedral de Huesca, la Virgen de la Encina de Lierta, el Jesús Nazareno de Fiscal o san Urbez de Nocito.
Este prodigio tenía lugar el día de la santa Orosia, el 25 de junio, y se producía en las dos celebraciones que en esa fecha se llevaban a cabo: la romería desde Yebra de Basa hasta el santuario de santa Orosia en la que se transportaba el busto relicario, y la procesión general que tenía lugar en Jaca en la que se sacaba la urna de las reliquias.
En la romería de Yebra de Basa, en la que participaban 37 pueblos del entorno, según relatan las fuentes escritas y orales, los enfermos, entre los que había mayoría de mujeres, procedían preferentemente de los valles más apartados del Pirineo aragonés, aunque la fama de milagrera de la santa también atraía enfermos del resto de Aragón, del otro lado de los Pirineos, de Navarra y Cataluña. Los romeros llegaban a Yebra de Basa de víspera y pasaban la noche en los pueblos del entorno, pues se tenía la convicción de que si lo hacían en Basa aumentaría la demencia de los "espirituados". Al día siguiente se incorporaban a la procesión que subía hasta el santuario de la santa y en ella los endemoniados pugnaban por colocarse lo más cerca posible de las angarillas en las que se subía el busto relicario de Orosia, de plata repujada del siglo XVI. Al final del trayecto entraban en trance, se arrancaban las vestiduras, arrojaban lejos el calzado y lanzaban gritos sobrecogedores. Cuando llegaba el momento de venerar la reliquia se oponían con violencia a hacerlo, en una manifestación diabólica de fobia a lo sagrado, mientras que sus acompañantes les forzaban a ello. Si se registraba una curación portentosa, se anunciaba que el poseso se había "apaciguado". La superstición aconsejaba regresar a los "espirituados" y sus acompañantes a sus localidades por un camino diferente al de la ida. La presencia de "espiritados" en la romería de Yebra de Basa se extinguió a mediados del siglo XX.
En Jaca, el día anterior a la procesión de santa Orosia, los romeros y los "espirituados" se congregaban en la catedral donde se celebraba una función litúrgica y pasaban la noche. Los "espirituados" eran congregados en la capilla de san Miguel y aquí durante la vigilia un sacerdote les bendecía, rociaba con el hisopo y les pasaba los evangelios; si alguno de ellos rompía las ligaduras que ataban sus manos, se consideraba que el demonio había sido arrojado. Al día siguiente, en la procesión general, a la que comparecían ochenta pueblos de la comarca, participaba "un ejército de pobres mujeres, niños y hombres, enfermos, harapientos, famélicos" que, al igual que en la romería de Yebra de Basa, forcejeaban entre ellos para colocarse cerca de la urna de las reliquias. La procesión terminaba en la plaza de Biscós, donde los sacerdotes mostraban a la multitud la urna desde el primer piso de un templete que se estima había sido construido en el siglo XVI, al tiempo que uno de ellos, una vez tras otra, subía con una cuerda un cestillo donde los fieles colocaban escapularios, medallas y rosarios para que fueran pasados por la urna. En 1903 el estado ruinoso del templete antiguo obligó a derribarlo y fue sustituido por otro de mayores dimensiones y más pretencioso que, a su vez, fue demolido por el Ayuntamiento en los años setenta del siglo XX por encontrarse en mal estado. La presencia de "espirituados" en la procesión de Jaca fue prohibida por el obispo de esta diócesis en 1947; se conservan fotografías de mujeres en trance, sostenidas por sus familiares, correspondientes a la procesión celebrada en 1910.
Se consideraba que santa Orosia solventaba catástrofes naturales tales como sequías, plagas y pestes. Además, su intervención eliminaba el maleficio del "encortamiento" o "encortadura" que impedía a los recién casados mantener relaciones sexuales. Aunque su intervención más celebrada era la curación de "espirituados" o "espiritados", como se denominaban en el Pirineo aragonés los "poseídos de los espíritus", es decir, endemoniados. Estaba arraigada la creencia de santa Orosia, "la santa sin cabeza", ayudaba a recuperarla a quienes por intervención diabólica la habían perdido.
Eran numerosos los lugares donde la intervención del Cielo liberaba a las gentes de la posesión diabólica; en Aragón, entre otros, se pueden citar el Cristo de los Milagros de la catedral de Huesca, la Virgen de la Encina de Lierta, el Jesús Nazareno de Fiscal o san Urbez de Nocito.
Este prodigio tenía lugar el día de la santa Orosia, el 25 de junio, y se producía en las dos celebraciones que en esa fecha se llevaban a cabo: la romería desde Yebra de Basa hasta el santuario de santa Orosia en la que se transportaba el busto relicario, y la procesión general que tenía lugar en Jaca en la que se sacaba la urna de las reliquias.
En la romería de Yebra de Basa, en la que participaban 37 pueblos del entorno, según relatan las fuentes escritas y orales, los enfermos, entre los que había mayoría de mujeres, procedían preferentemente de los valles más apartados del Pirineo aragonés, aunque la fama de milagrera de la santa también atraía enfermos del resto de Aragón, del otro lado de los Pirineos, de Navarra y Cataluña. Los romeros llegaban a Yebra de Basa de víspera y pasaban la noche en los pueblos del entorno, pues se tenía la convicción de que si lo hacían en Basa aumentaría la demencia de los "espirituados". Al día siguiente se incorporaban a la procesión que subía hasta el santuario de la santa y en ella los endemoniados pugnaban por colocarse lo más cerca posible de las angarillas en las que se subía el busto relicario de Orosia, de plata repujada del siglo XVI. Al final del trayecto entraban en trance, se arrancaban las vestiduras, arrojaban lejos el calzado y lanzaban gritos sobrecogedores. Cuando llegaba el momento de venerar la reliquia se oponían con violencia a hacerlo, en una manifestación diabólica de fobia a lo sagrado, mientras que sus acompañantes les forzaban a ello. Si se registraba una curación portentosa, se anunciaba que el poseso se había "apaciguado". La superstición aconsejaba regresar a los "espirituados" y sus acompañantes a sus localidades por un camino diferente al de la ida. La presencia de "espiritados" en la romería de Yebra de Basa se extinguió a mediados del siglo XX.
En Jaca, el día anterior a la procesión de santa Orosia, los romeros y los "espirituados" se congregaban en la catedral donde se celebraba una función litúrgica y pasaban la noche. Los "espirituados" eran congregados en la capilla de san Miguel y aquí durante la vigilia un sacerdote les bendecía, rociaba con el hisopo y les pasaba los evangelios; si alguno de ellos rompía las ligaduras que ataban sus manos, se consideraba que el demonio había sido arrojado. Al día siguiente, en la procesión general, a la que comparecían ochenta pueblos de la comarca, participaba "un ejército de pobres mujeres, niños y hombres, enfermos, harapientos, famélicos" que, al igual que en la romería de Yebra de Basa, forcejeaban entre ellos para colocarse cerca de la urna de las reliquias. La procesión terminaba en la plaza de Biscós, donde los sacerdotes mostraban a la multitud la urna desde el primer piso de un templete que se estima había sido construido en el siglo XVI, al tiempo que uno de ellos, una vez tras otra, subía con una cuerda un cestillo donde los fieles colocaban escapularios, medallas y rosarios para que fueran pasados por la urna. En 1903 el estado ruinoso del templete antiguo obligó a derribarlo y fue sustituido por otro de mayores dimensiones y más pretencioso que, a su vez, fue demolido por el Ayuntamiento en los años setenta del siglo XX por encontrarse en mal estado. La presencia de "espirituados" en la procesión de Jaca fue prohibida por el obispo de esta diócesis en 1947; se conservan fotografías de mujeres en trance, sostenidas por sus familiares, correspondientes a la procesión celebrada en 1910.