Casa de campo
Vivienda en el medio rural
Casa de campo, como equivalente de una Casa rural;
• Casa de campo, casa de recreo vinculada en sus orígenes con la nobleza y las clases acomodadas, en la línea de las villas palladianas y las quintas y en cierto sentido relacionada con las country houses inglesas, los château franceses o los landhaus alemanes.
La casa rural en España
El estudio de la casa comprende dos aspectos, uno de carácter técnico y descriptivo fundamentalmente, que hace referencia a los distintos materiales utilizados y a su disposición, y otro de tipo socioeconómico en relación con las actividades realizadas por sus moradores y con el confort ofrecido como lugar de habitación.
La casa ha sido tradicionalmente producto de los elementos de que se disponía en el propio territorio en relación con tradiciones y costumbres perpetuadas por los constructores que eran, por regla general, los futuros moradores.
En épocas recientes, las comunicaciones de todo tipo han incidido de tal forma, que las casas de tipo tradicional ya no se construyen, y las ya existentes tienden a ser transformadas o abandonadas. Las casas nuevas o renovadas pierden los lazos de unión con el propio territorio, y sólo responden a factores tales como facilidad de construcción, ahorro de mano de obra, gustos generalizados, etc. Estas casas pierden una parte de su interés geográfico y significan, en realidad, una penetración urbana en el mundo rural. En ellas se busca ante todo el confort ciudadano, lo que trae consigo la total desvinculación de las funciones vivienda y explotación agraria.
Atendiendo a su aspecto exterior, las casas rurales españolas se han solido clasificar en tipos diferentes según los materiales empleados para construirlas. Urabayen (1929) ofreció para el ámbito navarro un temprano y expresivo ejemplo de este modo de clasificación, distinguiendo el grupo de la casa de piedra, extendido por la mayor parte de la provincia, y subdividido a su vez en tipos -entre ellos el pirenaico, y los subpirenaicos septentrional y meridional- que dependen de otras características constructivas, y el grupo de la casa de tierra, localizado en los ámbitos llanos de los cursos fluviales inferiores, que también se subdivide en tipos (casas de ladrillo y de tierra cruda y cuevas). Ambos materiales, piedra y tierra, se hallan muy presentes en el conjunto de las casas rurales españolas, y a ellos se añaden, de forma menos generalizada, la madera y, en algunos casos más elementales e infrecuentes, otros componentes de origen también vegetal de armazón.
Los materiales
El predominio de algunos materiales de construcción fundamenta la clasificación de las casas rurales españolas propuesta por Bolós y Capdevila (1978). Se distinguen en ella cuatro grandes grupos, distribuidos del modo que se resume a continuación. La casa de piedra, cuya composición concreta (granito, gneis, pizarra, caliza, arenisca) depende del ámbito litológico en el que se encuentre, se extiende por una franja periférica que comprende Galicia, las montañas de León, Asturias, Cantabria, las montañas vascas, el Pirineo y el Prepirineo, la mayor parte de Cataluña y Baleares, Valencia, Murcia, el litoral mediterráneo andaluz y Extremadura. La casa de barro (barro crudo secado al sol, como el adobe y el tapial, o barro cocido, como el ladrillo y la teja) se halla generalizada en un dominio predominantemente interior, que abarca las dos Mesetas, el valle medio del Ebro, la huerta de Valencia y Murcia y la campiña del Guadalquivir. La casa de madera ha perdido importancia, por los riesgos que entraña, y se halla reducida a la modalidad entramada (en la que el armazón de ese material se rellena con fábrica) del País Vasco, de la Alcarria y de las tierra pinariegas de las sierras de Gredos y Guadarrama y del Sistema Ibérico. En el apartado final de las casas rurales construidas con otros materiales se incluyen las chozas hechas con recursos vegetales y la cuevas, de variada localización, que constituyen las expresiones más pobres del conjunto.
A medida que nos desplazamos hacia el sur aparecen, junto a las casas en bloque, las casas disociadas de una o dos plantas, con corrales o patios más o menos amplios y en general cerrados, que constituyen un componente característico de los paisaje manchegos y andaluces.
La casa de piedra
Dentro ya de la Meseta aparecen algunos enclaves de casas construidas con piedra. Hay que citar la casa pastoril del Sistema Central, vertiente meridional de la sierra de Guadarrama, desde Somosierra hasta San Vicente de Toledo, sierra de Malagón y Parameras de Ávila. Son casas muy simples, de una sola planta, de mampostería de granito al descubierto, tejado a dos vertientes con teja curva. En la Meseta meridional, en el sector de los páramos orientales, se encuentran casas muy parecidas, de mampostería de caliza, pero en las que una más intensa actividad agraria conduce a la aparición de un sobrado o desván.
Vivienda en el medio rural
Casa de campo, como equivalente de una Casa rural;
• Casa de campo, casa de recreo vinculada en sus orígenes con la nobleza y las clases acomodadas, en la línea de las villas palladianas y las quintas y en cierto sentido relacionada con las country houses inglesas, los château franceses o los landhaus alemanes.
La casa rural en España
El estudio de la casa comprende dos aspectos, uno de carácter técnico y descriptivo fundamentalmente, que hace referencia a los distintos materiales utilizados y a su disposición, y otro de tipo socioeconómico en relación con las actividades realizadas por sus moradores y con el confort ofrecido como lugar de habitación.
La casa ha sido tradicionalmente producto de los elementos de que se disponía en el propio territorio en relación con tradiciones y costumbres perpetuadas por los constructores que eran, por regla general, los futuros moradores.
En épocas recientes, las comunicaciones de todo tipo han incidido de tal forma, que las casas de tipo tradicional ya no se construyen, y las ya existentes tienden a ser transformadas o abandonadas. Las casas nuevas o renovadas pierden los lazos de unión con el propio territorio, y sólo responden a factores tales como facilidad de construcción, ahorro de mano de obra, gustos generalizados, etc. Estas casas pierden una parte de su interés geográfico y significan, en realidad, una penetración urbana en el mundo rural. En ellas se busca ante todo el confort ciudadano, lo que trae consigo la total desvinculación de las funciones vivienda y explotación agraria.
Atendiendo a su aspecto exterior, las casas rurales españolas se han solido clasificar en tipos diferentes según los materiales empleados para construirlas. Urabayen (1929) ofreció para el ámbito navarro un temprano y expresivo ejemplo de este modo de clasificación, distinguiendo el grupo de la casa de piedra, extendido por la mayor parte de la provincia, y subdividido a su vez en tipos -entre ellos el pirenaico, y los subpirenaicos septentrional y meridional- que dependen de otras características constructivas, y el grupo de la casa de tierra, localizado en los ámbitos llanos de los cursos fluviales inferiores, que también se subdivide en tipos (casas de ladrillo y de tierra cruda y cuevas). Ambos materiales, piedra y tierra, se hallan muy presentes en el conjunto de las casas rurales españolas, y a ellos se añaden, de forma menos generalizada, la madera y, en algunos casos más elementales e infrecuentes, otros componentes de origen también vegetal de armazón.
Los materiales
El predominio de algunos materiales de construcción fundamenta la clasificación de las casas rurales españolas propuesta por Bolós y Capdevila (1978). Se distinguen en ella cuatro grandes grupos, distribuidos del modo que se resume a continuación. La casa de piedra, cuya composición concreta (granito, gneis, pizarra, caliza, arenisca) depende del ámbito litológico en el que se encuentre, se extiende por una franja periférica que comprende Galicia, las montañas de León, Asturias, Cantabria, las montañas vascas, el Pirineo y el Prepirineo, la mayor parte de Cataluña y Baleares, Valencia, Murcia, el litoral mediterráneo andaluz y Extremadura. La casa de barro (barro crudo secado al sol, como el adobe y el tapial, o barro cocido, como el ladrillo y la teja) se halla generalizada en un dominio predominantemente interior, que abarca las dos Mesetas, el valle medio del Ebro, la huerta de Valencia y Murcia y la campiña del Guadalquivir. La casa de madera ha perdido importancia, por los riesgos que entraña, y se halla reducida a la modalidad entramada (en la que el armazón de ese material se rellena con fábrica) del País Vasco, de la Alcarria y de las tierra pinariegas de las sierras de Gredos y Guadarrama y del Sistema Ibérico. En el apartado final de las casas rurales construidas con otros materiales se incluyen las chozas hechas con recursos vegetales y la cuevas, de variada localización, que constituyen las expresiones más pobres del conjunto.
A medida que nos desplazamos hacia el sur aparecen, junto a las casas en bloque, las casas disociadas de una o dos plantas, con corrales o patios más o menos amplios y en general cerrados, que constituyen un componente característico de los paisaje manchegos y andaluces.
La casa de piedra
Dentro ya de la Meseta aparecen algunos enclaves de casas construidas con piedra. Hay que citar la casa pastoril del Sistema Central, vertiente meridional de la sierra de Guadarrama, desde Somosierra hasta San Vicente de Toledo, sierra de Malagón y Parameras de Ávila. Son casas muy simples, de una sola planta, de mampostería de granito al descubierto, tejado a dos vertientes con teja curva. En la Meseta meridional, en el sector de los páramos orientales, se encuentran casas muy parecidas, de mampostería de caliza, pero en las que una más intensa actividad agraria conduce a la aparición de un sobrado o desván.