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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Por orden alfabético, el primer Insulto que encuentro...

Aunque parezca mentira, de haberlos, haílos.
Los insultos de hoy son BABOSO Y BABOSÓN.

Se dice del individuo pegajoso y pesado, que llega a ser sumamente molesto, al adherirse a la vida de uno como la lapa. También se aplica a quien es lujurioso y rastrero, en el sentido de que se le cae la baba, babea ostensiblemente ante el objeto de sus viles y bajos deseos. El baboso es individuo enamoradizo, que se presta a cualquier cosa con tal de realizar la desatinada pasión que, por sus limitaciones, no es previsible que consiga, ya que aquello a lo que aspira está mucho más allá de sus posibilidades reales. Manuel Bretón, autor dramático del pasado siglo, inscribe el término en el siguiente contexto:

Señora, me canso
de andar hecho un azacán
galanteando baboso
a mozuelas en agraz...
También se dice del adolescente que presume como persona adulta.

En el Libro de los Insultos, Cabestro es el primero que he podido encontrar por orden alfabético en la letra C. Según Celdrán, cabestro es:

Cornudo, cabrón consentido a quien su mujer gobierna y manda. Es uso metonímico de la acepción principal: "ramal o soga de cáñamo con que se ata a la bestia para reducirla y controlar su movimiento".
Es insulto muy corriente en los siglos de oro, que utiliza Quevedo en letrillas satíricas como ésta:

Tendrá la del maridillo,
si en disimular es diestro,
el marido por cabestro
y el galán por cabestrillo."

Descarado es el segundo insulto que comienza con la letra D en El Libro de los Insultos de Celdrán. Lo define así.

Sujeto que habla u obra con desvergüenza y frescura, sin pudor ni respeto, y de manera muy descortés. En el Tesoro de la Lengua, (1611) Covarrubias emplea el término en el sentido que hemos apuntado: El atrevido que sin empacho y a la cara habla mal de alguien. El poco conocido, pero gran escritor de mediados del siglo XVII, fray Damián Cornejo, escribe: "Púsose como una víbora, y a muy altas voces empezó a maltratarla llamándole embusterilla descarada".
Hoy se tiende a emplear la perífrasis "tener descaro, mostrar descaro", y cuando se usa el adjetivo se hace apeando la "d" propia del participio: "descara (d) o".

Hoy vamos con un insulto que comienza con E. Se trata de ECHACANTOS. Según P. Celdrán es un "sujeto vil y despreciable; persona miserable y ruín; donnadie con ribetes de loco.
Quevedo la hace sinónimo de "tirapiedras": persona que no pinta nada en la vida, a quien hoy llamaríamos "mierdecilla".

Miro los insultos que comienzan con la letra F y encuentro el primero, que es, FACINEROSO.

Sujeto malvado, lleno de delitos, desbocado, disoluto; delincuente que anda fuera de control, al que la Justicia se muestra incapaz de echar el guante. Es término derivado culto de la voz latina facinus = hazaña criminal, y voz ofensiva en castellano desde finales del siglo XV. Lope de Vega, en su Corona trágica, hace este uso del vocablo:

El pecho del traidor facineroso
resplandeciente peto guarnecía:
que así se suele armar la cobardía.

Coetáneamente, Covarrubias, (1611) bajo la voz "facinoroso", dice lo siguiente en su Tesoro de la Lengua: Facinoroso. Hombre que en la república ha cometido grandes delitos y tiene inclinación a continuarlos. Estos, o son hombres tan poderosos que nadie les osa ir a la mano, o son favorecidos de los tales, y debaxo de su sombra matan y roban y nadie se osa quexar dellos; ni la justicia procede de oficio, porque no siendo el delito público y que lo asgan con el hurto en las manos, no ay quien ose testificar contra él...

El primer insulto que encuentro con la letra G, es Gabacho.

"Despectivo por "francés". En relación con el gentilicio, es voz de uso anterior a la francesada napoleónica. Cervantes la emplea así: "... dicen que somos como los jubones de los gabachos (...), rotos, grasientos y llenos de doblones". Se dijo también de quien había contraido la sífilis, morbo gálico (mal francés).
Quevedo, en la Segunda parte de Marica en el hospital, escribe:

Sobre quién las pegó a quién,
ahí de podridos andan;
él, con humores, gabacho;
y ella Lázaro con llagas.

Covarrubias (1611) dice de los gabachos, en su Tesoro: "... muchos destos se vienen a España y se ocupan en servicios baxos y viles, y se afrentan cuando los llaman gavachos (...), y vuelven a su tierra con muchos dineros y para ellos son buenas Indias los reynos de España".

El dramaturgo Agustín Moreto, como si adivinara lo que sucedería un siglo después, ridiculiza a quien imita servilmente lo ultrapirenaico:

Entra, gabacho.- ¿Quién es?
-Juan Fransué, siñora, soy...

Cuando mayor capacidad ofensiva cobró el término fue en el siglo XVIII, por dos razones: la influencia inmensa que ejerció lo francés sobre lo nacional autóctono, con el cambio de dinastía; y por las invasiones napoleónicas de la Península por la horda francesa. Nicolás Fernández de Moratín, afrancesado él mismo, escribe:

... para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal,
llega a viejo y lo habla mal,
y aquí lo parla un muchacho.

Su etimología, es despectiva en origen: el occitánico gavach = grosero, rústico. En castellano tomó tintes ridículos, equiparándose gabacho y papanatas. A principios del siglo XIX se politizó. Pasada la
algarada napoleónica todo quedó en un recuerdo de tiempos miserables, y el término se tornó más despectivo que peligroso, llegando a perderse su connotación francesa.

Alcalá Venceslada, en su Vocabulario andaluz da esta voz, equivocadamente, como propia de su tierra y aporta, con el significado de "persona de ademanes toscos, rústicos y groseros" el ejemplo de esta copla:

En el andar conozco
que eres del campo,
en los zapatorrones
y en lo gabacho.

Hoy, lo primero que he encontrado en el Libro de los Insultos, comenzando con la letra H, ha sido esta frase que muchos conocemos: Habló el buey y dijo mu.

Entre los necios eminentes existen, desde tiempos clásicos, los que por no
haberse manifestado nunca pasaron por discretos, pero que en cuanto abrieron sus bocas engrosaron de manera automática las filas de los ignorantes. De entre ellos destacamos al individuo a quien se refiere el dicho: Habló el buey y dijo "mu". La frase es antigua, pero cobró popularidad en el siglo XVIII, con el poeta madrileño Juan Bautista Arriaza, quien la comentó como sigue:

Junto a un negro buey cantaban
un ruiseñor y un canario,
y en lo gracioso y lo vario
iguales los dos quedaban.
"Decide la cuestión tú",
dijo al buey el ruiseñor.
Y metiéndose a censor habló el buey y dijo "mu".

Hay que recordar aquí la inmerecida fama de bobo que este animal ha tenido desde tiempos lejanos.
Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua (1611), cree que de la voz latina bos, bobis = buey, derivó nuestro término castellano "bobo". Se pensó siempre que este animal era de tardo entendimiento y poco discurso.

De los Insultos que comienzan con la letra I el primero que he encontrado, por oden alfabético ha sido Idiota, que es tanto como decir:

"Imbécil, falto de entendimiento. En cuanto a su etimología, procede del griego idios, idiotes = peculiar, particular, que no se comunica ni entra a formar parte con los demás. A su paso al latín alteró su semantismo, entendiéndose por idiota al "ignorante o profano en algún
asunto u oficio", ignorancia o impericia atribuida a falta congénita de facultades, por lo que se equiparó al idiota con el imbécil. En sentido figurado, el término se tornó insultante y ofensivo, contexto
en el cual lo utiliza Cervantes:
Maravillado estoy, señora, y no sin mucha causa, de que una mujer tan principal, tan honrada y tan rica como vuestra merced, se haya enamorado de un hombre tan soez, tan bajo y tan idiota como fulano...

En su acepción médico-científica, equivale a cretino, atrasado o débil mental, sentido en el que utiliza el término Pedro Felipe Monlau mediado el siglo pasado:
Si son fecundos los matrimonios interconsanguíneos, exponen gravemente la prole a la debilitación física (...) a la idiotez y a la enajenación mental.

Por orden alfabético, el primer Insulto que encuentro en el Libro de Celadrán, que comienza con la letra J, es JAQUE. No lo había oído como insulto, en mi vida, en cambio, sí que oí muchas veces a mis hijos, cuando jugábamos al ajedrez, decir: Jaque mate ¡Vaya palizas me metían! Jejejejje

JAQUE = Valentón y fanfarrón que presume de bravura y guapeza. Es voz de germanía, en cuya jerga equivale a "rufián". Procede, en primera instancia, del árabe sah = rey en el juego de ajedrez; bajo esa acepción se encuentra en el Libro del Ajedrez mandado escribir por Alfonso X el Sabio (segunda mitad del siglo XIII). Con ese valor semántico se ha utilizado siempre. Como voz ofensiva, es uso figurado de la acepción anterior, pues el dar jaque era actitud un tanto fanfarrona y retadora dentro del juego, engolando la voz quien lo daba, y mostrando ufanía y suficiencia, lo mismo que el "jaque" pretendía meter en un puño a los demás aparentando fuerza y bravura, y amilanando así a quienes escuchaban sus baladronadas. Con esa acepción aparece a principios del siglo XVII. Francisco de Rojas (primera mitad del mencionado siglo) lo pone en labios de cierta dama:

He dado en pensar que es
desgarrado y algo jaque,
y los bravos solamente
son los que me satisfacen.

Dos siglos más tarde, Bretón de los Herreros, también en la escena, echa así mano del término:
-Sí: ¡pues bonito soy yo!
no hay en la provincia un jaque
que tosa donde yo toso."
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
En El Libro de los Insultos, de P. Celdrán, no he encontrado ningún insulto con la K de kilo, así que paso directamente a la Ele y el primero que encuentro es:

LACAYO.= Servil y rastrero; tiralevitas, voz de su amo. Se dice por extensión de su acepción principal: criado de librea cuyo cometido principal es el de acompañar a su amo a pie, a caballo o en coche, obedeciéndole en todo, y siendo sus manos y pies. Entre las etimologías barajadas resulta curiosa la que hace derivar el término de una ... (ver texto completo)