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El chis-chás interminable de espadas golpeadas a la vez, tiros, ayes, gritos, relinchos de caballos bravíos que olfateaban la pólvora.... todo ello confundido y revuelto en furibundo galimatías...
El chis-chás interminable de espadas golpeadas a la vez, tiros, ayes, gritos, relinchos de caballos bravíos que olfateaban la pólvora.... todo ello confundido y revuelto en furibundo galimatías...
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Pasados algunos momentos de silencio, don Fadrique Ponce continuó:
-Hablad por vida vuestra, don Juan, y decidme lo que vos mismo pensáis de doña Ana, y del lugar que, a vuestro juicio, ocupa en su corazón cada uno de nosotros.
A lo que don Juan repuso:
-Ni yo lo sé, ni creo que podamos averiguarlo nunca. A mí me quiere...
-A mí también.
-A mí me hizo promesas deliciosas y aun me otorgó favores que, magüer pequeños, indecen a esperar otros mayores.
-Idénticas condescendencias y taimería tuvo conmigo... ... (ver texto completo)
Pasados algunos momentos de silencio, don Fadrique Ponce continuó:
-Hablad por vida vuestra, don Juan, y decidme lo que vos mismo pensáis de doña Ana, y del lugar que, a vuestro juicio, ocupa en su corazón cada uno de nosotros.
A lo que don Juan repuso:
-Ni yo lo sé, ni creo que podamos averiguarlo nunca. A mí me quiere...
-A mí también.
-A mí me hizo promesas deliciosas y aun me otorgó favores que, magüer pequeños, indecen a esperar otros mayores.
-Idénticas condescendencias y taimería tuvo conmigo... ... (ver texto completo)