"Estoy cansada de no saber dónde morirme. Es la mayor tristeza del emigrado.
¿Qué tenemos nosotros que ver con los
cementerios de los países donde vivimos?
¿No comprendeis? Nosotros somos aquellos que mirron sus pensamientos uno por uno durante treinta años.
Durante treinta años suspiramos por nuestro paraíso perdido, un paraíso nuestro, único, especial.
Un paraíso de
casas rotas y techos desplomados.
Un paraíso de
calles desiertas, de muertos sin enterrar. Un paraíso de muros derruidos,
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