Los primeros vestigios de civilización encontrados nos remontan a la prehistoria, como así atestiguan las numerosas "madornas" o
monumentos tumulares, abundantemente representados en este pequeño municipio. Se encuentran en la
sierra de Ouroso, en los
Montes de
Turia, en la zona de Couso, en Pereira y en los Montes de
Navallo, ocupando sobre todos los sectores sur y éste del término municipal.
De época más reciente son los castros, ocupados ya durante la Edad del Hierro alcanzando su máximo desarrollo en la época
romana. Son fácilmente localizables los castros de
Ouria y
Taramundi, y alguno más, de los cuales, solo nos queda constancia por la toponimia,
Bres, Santamarina, etc... También son de época romana los restos de explotaciones mineras, "firadas" del Ouroso en los montes de Sirvallá.
Al desaparecer el dominio
romano, Taramundi pasó a depender de la diócesis de Mondoñedo, pero la invasión árabe y la posterior reconquista por los reyes asturianos hizo que pasara a formar parte de la
corona de Oviedo, siendo luego donado a la diócesis ovetense, junto con otros como
Concejo de Obispalía.
Al desaparecer el dominio romano, Taramundi pasó a depender de la diócesis de Mondoñedo, pero la invasión árabe y la posterior reconquista por los reyes asturianos hizo que pasara a formar parte de la corona de Oviedo, siendo luego donada a la diócesis ovetense, junto con otros como Concejo de Obispalía.
Las veleidades guerreras de Felipe II contra los protestantes y la consiguiente necesidad de dinero, forzó al papado a entregar a la corona Española bienes de la
Iglesia para su venta.
Fruto de esta desamortización fue la redención del concejo por sus vecinos, quedando como concejo libre integrado en el partido judicial de Castropol en 1584. En ese mismo año fueron elegidos ya un alcalde y tres regidores del concejo, que fueron los primeros en aplicar unas recién aprobadas ordenanzas del municipio.
A partir de esta época, Taramundi formó parte como miembro de pleno derecho del Principado de
Asturias, pagando sus tributos, en hombres y en dinero a la Corona Española, enviando sus representantes a la Junta General del Principado, en las épocas en que esta funcionó como tal.
De la importancia de la
antigua industria de transformación del hierro da buena cuenta el Catastro de Ensenada, del siglo XVIII. En él se catalogan seis
mazos de estirar
el hierro, además de
fraguas donde se acababa la elaboración del producto. Incluso se ha detectado en Veiga de Sarza un
horno donde se fundía el mineral de hierro, que se obtenía de las
montañas de los alrededores, donde existen algunas venas.
En el momento de máximo esplendor se localizan ocho mazos: Veiga da Sarza, Veiga de Llan, Os Texois, As Veigas, Tingas, Aguillón y dos en Bres.
Con la llegada de la industria y metalurgia moderna, se tuvo que abandonar la elaboración de utensilios tradicionales del hogar y
aperos de
labranza, manteniéndose la fabricación de navajas y cuchillos, principal producto artesanal del concejo y atractivo turístico.