POLA DE LAVIANA: Debajo de un botón...

Debajo de un botón
del señor Martín - tin - tin
había un ratón - ton - ton
! ay ¡que chiquitín - tin - tin

1 ay ¡que chiquitín - tin - tin
era aquél ratón - ton - ton
que encontró Martín - tin - tin
debajo de un botón

Es tan juguetón - ton - ton
el señor Martín - tin - tin
que metió el ratón - ton - ton
en un calcetín - tin - tin

Cantaban los niños pequeños de cuatro ó cinco años en el Colegio de las Monjas de la Plaza del Ayuntamiento. Con sus mandilones azules limpios a primera hora de la mañána, con la frescura del agua clara, el jabón chimbo y el azulete; hasta que salían de recreo al patio.

Las niñas llevaban un uniforme, tal vez demasiado serio; pues además del cuello duro de blanco impoluto un mandilón oscuro (no se si era negro ó azul marino), llevaban, también una banda morada a modo de cinturón, cuyos extremos dejaban caer, tras el pertinente lazo.
El colegio era principalmente femenino, salvo para los niños de párvulos, que una vez cumplían los seis años se ivan a la Escuela Graduada Elena Sánchez Tamargo (donde ahora está el CIDAN)

Aquella pequeña finca se llenaba de voces y algarabía de los pequeñajos. Un pequeño y cuidado huerto, cultivado con esmero por Olivo, era terreno a respetar. La Madre Angeles, (portera del Colegio y con una sonrisa que todo era bondad), la madre Antonia (maestra) y la madre Begoña (maestra) siempre andaban atentas a los niños; pero era inevitable que a la entrada a clase los antes impolutos mandilones, hubieran tomado alguna mancha que otra de tierra, verdín de la hiierba, etc...

En aquél colegio todo el mundo cantaba: entre la canción del ratón chiquitín y el Angelus de las doce, se podía oir con sones de lotería nacional la canción de la tabla de multiplicar...

Tras las tapias, hacia la parte de abajo estaba la Chocolateriía Mayín, de donde salía unos olores muy característicos y apetitosos del cacao tostao y goloso de los azúcares ó de las almedras tostadas.
De frente, según salías al patio del colegio, hacia el fondo podías ver una alta tapia, tras la cual estaba una de las pomaradas mejores de Laviana: si entrabas por la puerta principal de la fábrica de Chocolates podías contemplar los expléndidos manzanos cargados de fruta, a finales del Verano.