Hay personas que crecimos creyendo que el amor había que ganarlo, que la atención se merecía y que solo seríamos queridos si éramos útiles, fuertes, discretos y siempre disponibles. Nos enseñaron a no molestar, a no pedir ayuda, a no hacer ruido, a no ocupar espacio, y terminamos convirtiéndonos en adultos que dan demasiado y reciben muy poco, que dicen “estoy bien” aunque estén rotos, que sienten culpa por descansar y miedo a que los demás se alejen si alguna vez dejan de ser suficientes. Pero la verdad es que no tienes que demostrar tu valor para que alguien te quiera, no tienes que salvar a todos ni tener respuestas para merecer cariño, no tienes que ser impecable para ser digno. Hay personas que sabrán quererte incluso cuando no seas fuerte, incluso cuando estés cansado, incluso cuando no tengas nada que ofrecer más que tu presencia. El amor real no se gana: se siente, se comparte y se sostiene. Y tú mereces ese tipo de amor incluso en tus días más torpes, más honestos y más humanos. Ser valioso no depende de lo que haces por otros, sino de quién eres cuando no haces nada. Y sí: así, tal como eres, también mereces que te quieran. ... (ver texto completo)