Tras un día tan ajetreado me voy a la cama pensando en tu piel y en el eco de mi cabeza escucho tus palabras. Intento dominar el coraje de no dormir esta
noche entre tus brazos y conciliar el sueño con el deseo de encontrarte en mis sueños limpio y puro, alegre y sonriente, tranquilo y
feliz. El mañana nos aguarda y, como ves, el tiempo no espera para nadie. No quiero sentirme lejos de tu almíbar, del que me hallo adicta. Quiero darte cada día los buenos días, pero como me has dicho esta tarde, no
... (ver texto completo)