Tienes tanta razón, hemos tenido tanto que ahora el desconsuelo es indescriptible. Me duele no ser la mano que te ayude a levantarte, que algún día llegue a ser tan insignificante para tí como la pelusa de tu ombligo, que todo este amor y esta energía sean ahora tan poderosas para arañarnos el alma.
No puedo pedirte perdón, porque ni siquiera lo merezco; no puedo pedirte amor, porque sería injusticia, no puedo pedirte
amistad, porque nos es incompatible, no puedo pedirte ayuda, porque ya estás lejos.
... (ver texto completo)