-Son, Aida, como los sentimientos. Algunas, enardecidas con el calor de la
danza, se tornan generosas y salen a prender su amor en algunos corazones apacibles. Otras, perfidas y maliciosas, recorren
caseríos y poblados buscando a los niños más hermosos, transformándose en cuélebres (si su enfado es grande), pregonándoles el futuro infausto a las gentes, tornándose lavanderas para, mezcladas entre las jóvenes
vírgenes, chapotear en el
agua y acabar así confundiendo sus quereres.