UJUE: el cura D. Argimiro Portillo Esteban...

el cura D. Argimiro Portillo Esteban

LEEMOS EL SIGUIENTE ARTÍCULO EN QUE ARGIMIRO PORTILLO DIRIGE A LOS JOSEFINOS DE UJUÉ QUE CAMINAN HACIA LA ERMITA DE SAN JOSÉ UBICADA EN TAFALLA.

Viernes 14 de Junio de 1935 EL SIGLO FUTURO pág 23
DESDE UJUE

Romería a la ermita de San José y otros actos edificantes.

El domingo, a las doce de la noche, y después de confesar todos los Josefinos, salieron en peregrinación emocionante hasta la ermita de San José. Iban con túnicas negras, capuchas sujetas a la cintura con cordón morado, rematado en dos grandes borlas, y, pendientes del cuello, una ancha cinta morada como el cordón. Cubrían sus rostroscon un capillo, y en una mano llevaban la Cruz y en la otra sendas linternas para alumbrar sus pasosen la noche.

Realmente constituía magnífico e impresionante cuadro, al que prestaba más interés y emoción espiritual el fervor religioso de los peregrinos.

Al frente de todos marchaba el virtuoso y celosísimo sacerdotedon ARGIMIRO PORTILLO, alma mater y magnífico organizador de la sagrada gesta. A los más indiferentes habrá impresionado la admirable escena del rezo del Credo antes de partir, postrados de rodillas ante el santo Jefe, revestido con roquete blanco y banda funeral. Acto

seguido emprenden la marcha, formando dos filas hasta el Crucero, que dista de Ujué un kilómetro; allí entonan una Salve y su "De profundis" por los difuntos, y dan principio al Rosarlo. Caminan henchidos de fervor. Todo es austeridad y penitencia. Asi llegan a San Martín de Unx. Como han terminado el Rosario, pasan en silencio la villa, y recomienzan otro. En cada crucero que hallan se detienen y se dedican responsos. Nuevo Rosario, que finaliza con la letanía al penetrar en la anhelada ermita de San José. Son las tres de la madrugada.
Ya en dicha ermita, el párroco Don Argimiro celebra una Misa de Comunión, adoración de la sagrada reliquia y promesa de volver regreso en idéntica forma, haciendo un alto breve con objeto de reponerfuerzas en San Martín, donde almuerzan, para reemprender la marcha y los Rosarios, que culminan en la indicada Cruz de este término.

Una bandada de niños les espera para arrebatarles llenos de gozo los panes bendecidos.

A las once y media échanse al vuelo las campanas de la parroquia, en la que se da comienzo al Credo. El recibimiento en el atrio de la Iglesia es enternecedor. Párroco, coadjutor, autoridades e inmenso gentío se agolpa e irrumpe en el templo, rezándose la letanía y el Ángelus.

Cuanto se diga es pálido para aplaudir el celo de nuestro admirado don Argimiro, que aún tuvoalientos después de la ruda jornada para subir al pulpito y pronunciar elocuentísimas palabras, ensalzando las glorias de San José y de la Virgen y animando a todos a perseverar en la fe.

Bajo el peso de tantas y tan hermosas emociones, los romeros se retiran a descansar.

MARÍA SIEN