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Portada de este libro además de otras imágenes en el interior del mismo.

LOZANO DE SOTES, Pedro

(Pamplona, 1907-1985). Pintor y escenógrafo, dibujante cartelista, ilustrador y figurinista, profesor de dibujo. Sin precedentes artísticos familiares (su padre era sastre), estudió el bachillerato con los P. P. Escolapios y a continuación Comercio. Un accidente, que le imposibilitó durante cierto tiempo, le descubrió el mundo de la pintura. Ingresó en la Escuela de Arte y Oficios. Fue discípulo de Millán Mendía, de Zubiri* y de Ciga*, quien le animó a matricularse en 1925 en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) lo que hizo becado por la Diputación Foral. En dicha Escuela conoció a la que fue su mujer Francis Bartolozzi, hija del ilustrador Salvador Bartolozzi, con quien tuvo varios hijos, uno de ellos también artista, adoptó el apellido de su madre, Rafael Bartolozzi.
Compartió los días de Madrid con los pintores navarros Muro Urriza y Gerardo Lizarraga. Amplió estudios complementarios en la Academia de Artes y Oficios de la calle de la Palma. En los años que precedieron a la guerra de 1936 trabajó junto a Francis como escenógrafo y figurinista de los teatros Infanta Isabel, Español y Experimental del Estudio de Arte Dramático, gracias a las nociones técnicas recibidas de Hipólito Sancho Lobo y a las buenas relaciones de Salvador Bartolozzi en el campo de la dramaturgia. Su colaboración más ambiciosa, dentro de esta especialidad decorativa, fue en el marco de las Misiones Pedagógicas de Teatro dirigidas por Nicolás Santullano y realizadas por Casona, Torner y Salinas. Colaboró ilustrando portadas para el Departamento de Publicaciones del Ministerio de Comercio. La guerra le sorprendió en Madrid, debiendo colaborar con el "Altavoz del Frente" para no ser movilizado. Se le encargaron los retratos de los personajes republicanos del momento o de los ideólogos de izquierdas más destacados.
Regresó a Pamplona en 1940, fijando aquí su residencia definitiva. Sus principales actividades fueron las de escenógrafo y figurinista, ahora al servicio de la Institución Cunas y de su compañía de teatro infantil "Tirso de Molina", creada por el Padre Carmelo de Jesús Crucificado*, que representó hasta 34 dramas; también preparó telones para el espectáculo religioso Hagioscenia, estampas de la Pasión de Antonio Ona Echave* y para Duguna, espectáculo sobre el folklore navarro, incluso para el grupo de teatro "El Lebrel Blanco" en sus comienzos. Colaboró como ilustrador de la prensa local ("Diario de Navarra", "Pregón") y del Movimiento ("Arriba España"). Destacan sus trabajos las del salón de actos de la Casa Sindical de Pamplona y de los Hogares del productor de Corella, Cortes, Caparroso y Cadreita. La actividad muralista de los años 50 y 60 resultó intensa tanto en ermitas (Virgen de las Nieves en Irati, San Guillermo de Arnotegui en Obanos), como en iglesias (San Pedro de Elcoaz), escuelas (Escuelas de Peritos Agrícolas de Villava), guarderías infantiles, complejos fabriles, hoteles, bares, clubs, comercios y domicilios particulares.
Colaboró con Santos Beguiristáin en el diseño de trajes de época para su iniciativa del Misterio de Obanos* y con el Ayuntamiento de Pamplona en el diseño del vestuario de su grupo de danzas. Destacó incluso como vital y dinámico cartelista, habiendo alcanzado, siempre con la soterrada colaboración de su mujer, los premios de los carteles anunciadores de San Fermín de 1941, 1942, 1946, 1950, 1954, 1961 y 1974, y realizado otros muchos sobre temas deportivos, turísticos o locales. Ilustró libros como Patria y hogar de A. Villanueva o Romerías navarras de Astiz-D. Baleztena. Desde 1951 hasta su jubilación, Lozano fue asimismo profesor de dibujo.
Su estilo es realista, clásico, pero fuerte y atrevido, de cromatismo ajustado. Así se revela en sus paisajes de la Montaña y la Ribera, de pueblos, callejuelas o campos donde siempre queda el detalle histórico (sea el carro o al animal) para la posteridad. Al interés etnográfico se une en ellos una cierta evocación producto de la fantasía que líneas y perspectivas, inspiradas en lo escenográfico, dan al conjunto. Son paisajes esenciales, contrastados de luz, que sirven en ocasiones como fondo a tipos y tradiciones populares también recuperadas por el pintor, siempre con una fidelidad a la realidad, al carácter de su tierra. Junto al tema rural o folklórico, también se inclinó por el marino de los pescadores vascos, incluso por la brujería dando rienda suelta a sus ensoñaciones. En los murales, en cambio, el realismo de sus paisajes, emparentado con los pintores norteños (Arteta, Ramiro Arrúe, Ramón y Valentín Zubiaurre, Zuloaga), se torna más emotivo, se ablanda gracias al sentimiento de Francis Bartolozzi, y se supedita más a las fuentes históricas o a las corrientes de moda, sea el constructivismo, el naturalismo o el ingenuismo. Lozano ha anejado diestramente el dibujo, al que presta calidades diversas. Sus comparecencias a exposiciones fueron reducidas, casi siempre, salvo la de 1978, en compañía de su mujer o de su hijo Rafael. El Ayuntamiento de Pamplona, en 1986, homenajeó al extinto pintor con una muestra de obras del matrimonio de artistas en el Polvorín de la Ciudadela y la edición de su biografía. Guardan obra suya el Museo de Navarra y el Español de Arte Contemporáneo.