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CAZA

Esta actividad, una de las más antiguas de la humanidad, ha tenido una evolución constante, tanto en relación con las especies cinegéticas como con los sistemas de captura. Así, en Navarra la caza mayor, la de ciervos, corzos, jabalíes y otros venados y alimañas (oso, lobo y zorro), ha quedado prácticamente reducida al jabalí y al zorro, desaparecidas otras especies y restringida la de ciervos y gamos con que fueron repoblados Quinto Real e Irati.
Esa caza mayor fue patrimonio del rey y la nobleza desde tiempo inmemorial. La legislación foral permitió a los hidalgos mantener perros, pues "el ejercicio de la caza es propiamente dado a los caballeros e hijosdalgo para pasar el tiempo con decencia y ejercitarse en el manejo de las armas". Por el contrario, los "labradores braceros, jornaleros y oficiales mecánicos" solamente podían cazar con arcabuz y escopeta los días festivos, después de la misa parroquial, so pena de perder armas, aparejos y perros, y de sufrir tres días de cárcel. El Fuero General dictó normas para cazar jabalí o puerco montés (basurde), corzo y ciervo. Los reyes navarros cazaban jabalíes en la Ribera y la Navarra media (Berbinzana, Beriáin) y ciervos en Tafalla y Olite. Durante el siglo XVI se veían osos, lobos y corzos en la Montaña. Su captura, reservada a los hidalgos, estaba prohibida en tiempo de "brama" (celo) y de nieves. Las Cortes de Estella (1556) permitieron a los pueblos dar batidas comunales contra osos, lobos y puercos monteses. Otras Cortes ofrecieron premios en metálico a los cazadores de alimañas.
Los jabalíes abundaron por todo el reino durante la Edad Media, y se replegaron poco a poco hacia las montañas. En pleno siglo XVI, los de Ujué mantenían monteros "para cazar venados y puercos (jabalíes), por la multitud que ha habido y hay en las sierras" de la villa. Dos siglos más tarde podían verse por el valle de Aguilar, y actualmente, tras décadas de regresión, confinados en las sierras de Leire, Izco, Alaiz, Peña y Ujué, han llegado a los cotos del Ebro. Los lobos llegaban hasta la Cuenca de Pamplona durante el siglo pasado. Las Cortes de 1817 ofrecieron premios en metálico por su captura. Entrado el siglo XX se dieron batidas en Urbasa y Andía, convocadas por los alcaldes y por el tradicional sistema de ojeo.
Durante la Edad Media fueron utilizadas armas blancas (lanza, dardos, saetas) y podencos, galgos y otros perros. Llegaron después las armas de fuego; el arcabuz acabó desterrado por las escopetas. Tres sistemas han sido tradicionales para cazar zorros, tejones o tajudos: el lazo de nudo corredizo, el cepo de hierro, colocado en la boca de la madriguera u otras partes, con despojos animales o preparados especiales como cebo, y la caja o arca de madera, estrecha y larga, con rejilla en un extremo y tapa móvil en el otro, cerrada al entrar la alimaña.