VARIAS LEYENDAS DONDE LA VIRGEN SE APARECE A UN PASTORCILLO. FUENTE DN, AÑO XIII. Nº 4479, DOMINGO 2 DE MAYO DE 1915.
También la de Ujué
El pastorzuelo que apacienta su ganado en las montañas es el más dichoso de los hombres, el más feliz. Porque ¿quién otro le gana disfrutar más de cerca de las gratas sonrisas de la aurora? ¿Para quién envía, sino para el pastorzuelo, sus últimos besos el sol, cuando moribundo marcha con pena a hundir su cobriza cabellera en las aguas de lejanos mares?. ¿Quién mejor que él sabe descifrar el trino de las aves enamoradas, por estar oyendo a toda hora las armonías de sus cantares?
¿Para quién son los oreos de los sonoros vientecillos que juguetean entre napeles, tijeretas y albergines silvestres?
No es de admirar, pues, que la vida pastoral haya sido cantada por los poetas, celebrada por los oradores, y envidiada de todos.
Yo también lea tengo envidia. Mas no solo por esto. Les envidio porque hasta la Virgen los elige para manifestarse a los hombres. Les ama con especial predilección, según nos dice la historia de muchos santuarios, donde la Bella Nazarena se sienta como Reina y Señora.
Bueno sería referir aquella tradición de todos ellos. Pero ante el temor de alargarme demasiado en este escrito, haré historia de los de España nada más, en obsequio a los romeros tafalleses.
El de Montserrat en Cataluña
Tres pastorcillos que cuidaban su ganado en la montaña, vieron a media noche bajar del cielo luces esplendentes, oyendo a la vez suavísimas armonías. Vinieron a la ciudad, contaron al Obispo y al Alcalde lo que habían visto y oído, y todos, acompañados de muchas personas, llegaronse A la montaña, en la que hallaron la imagen de la Virgen, que lleva ese nombre. Esto sucedía en el año de 880, en cuyo tiempo estaba el Condado de Barcelona en la persona de don Wilfredo el Velloso.
El del Tremedal en Albarracín
En un paraje escarpado y roto de las sierras del Tremedal, un pastorico apacentaba, allá en el siglo XIII, sus primales, blancas y puras como su alma. De un momento a otro vio que una linda matrona, revestida de luz, le decía sonriente, Dame parte de lo que llevas en el zurrón. Mas como él no pudiese hacerlo por tener enferma su mano derecha, al instante quedó completamente sano, y en consecuencia lleno de admiración. Era la Virgen la que le había curado.
El de la Nieva en Segovia
Pedro se llamaba el pastor de ganado a quien se apareció en 1392 la Virgen bendita de este santuario. Marcha, le dijo María, y dile al Obispo que aquí en este lugar me edifique un templo. Pedro cumplió su encargo, pero recibió burlas de la gente incrédula,
Volvió a cuidar su ganado, y la Virgen se le apareció de nuevo y le dijo: Corre a decir a los segovienses lo que yo quiero y lo que yo mando, y para que te crean lleva en tus manos esa piedra, y a ver que hombre forzudo encuentras que te la pueda arrancar. Efectivamente. Ninguno más
que el Obispo pudo quitársela, confirmando con este suceso era cierto cuanto decía sobre la aparición. A la Reina doña Catalina le tocó edificar el templo, cuya custodia encomendó después a los Padres dominicos.
El de la Salud en el Maestrazgo de Valencia.
Era un pastor sordo y mudo de nacimiento que halló entre la maleza una fuente de purísimo cristal. Al beber en ella observó que en el fondo había un objeto brillante, y dándose prisa a sacarlo, vio que era la efigie de María. Corrió presuroso al pueblo, contó porque la Virgen le había devuelto el habla, lo que acababa de hallar y todos, precedidos del cielo y autoridades, fueron con él al lugar del prodigio.
Tomándola la llevaron procesionalmente a la iglesia. Mas al día siguiente, al ir a visitarla, no la hallaron, porque se había trasladado ella sola a la fuente donde la encontró el pastor. En 1439 don Romeo de Corbera puso la primera piedra de este santuario, en el cual han hecho fervientes oraciones Felipe II con toda su real familia, Felipe III y IV el Cardenal Alejandrino sobrino de San Pío V que pidió luces a la Virgen para preparar la alianza de los príncipes cristianos contra los turcos antes de la batalla de Lepanto y el humildísimo Francisco de Borja.
JUAN DE SADA.
También la de Ujué
El pastorzuelo que apacienta su ganado en las montañas es el más dichoso de los hombres, el más feliz. Porque ¿quién otro le gana disfrutar más de cerca de las gratas sonrisas de la aurora? ¿Para quién envía, sino para el pastorzuelo, sus últimos besos el sol, cuando moribundo marcha con pena a hundir su cobriza cabellera en las aguas de lejanos mares?. ¿Quién mejor que él sabe descifrar el trino de las aves enamoradas, por estar oyendo a toda hora las armonías de sus cantares?
¿Para quién son los oreos de los sonoros vientecillos que juguetean entre napeles, tijeretas y albergines silvestres?
No es de admirar, pues, que la vida pastoral haya sido cantada por los poetas, celebrada por los oradores, y envidiada de todos.
Yo también lea tengo envidia. Mas no solo por esto. Les envidio porque hasta la Virgen los elige para manifestarse a los hombres. Les ama con especial predilección, según nos dice la historia de muchos santuarios, donde la Bella Nazarena se sienta como Reina y Señora.
Bueno sería referir aquella tradición de todos ellos. Pero ante el temor de alargarme demasiado en este escrito, haré historia de los de España nada más, en obsequio a los romeros tafalleses.
El de Montserrat en Cataluña
Tres pastorcillos que cuidaban su ganado en la montaña, vieron a media noche bajar del cielo luces esplendentes, oyendo a la vez suavísimas armonías. Vinieron a la ciudad, contaron al Obispo y al Alcalde lo que habían visto y oído, y todos, acompañados de muchas personas, llegaronse A la montaña, en la que hallaron la imagen de la Virgen, que lleva ese nombre. Esto sucedía en el año de 880, en cuyo tiempo estaba el Condado de Barcelona en la persona de don Wilfredo el Velloso.
El del Tremedal en Albarracín
En un paraje escarpado y roto de las sierras del Tremedal, un pastorico apacentaba, allá en el siglo XIII, sus primales, blancas y puras como su alma. De un momento a otro vio que una linda matrona, revestida de luz, le decía sonriente, Dame parte de lo que llevas en el zurrón. Mas como él no pudiese hacerlo por tener enferma su mano derecha, al instante quedó completamente sano, y en consecuencia lleno de admiración. Era la Virgen la que le había curado.
El de la Nieva en Segovia
Pedro se llamaba el pastor de ganado a quien se apareció en 1392 la Virgen bendita de este santuario. Marcha, le dijo María, y dile al Obispo que aquí en este lugar me edifique un templo. Pedro cumplió su encargo, pero recibió burlas de la gente incrédula,
Volvió a cuidar su ganado, y la Virgen se le apareció de nuevo y le dijo: Corre a decir a los segovienses lo que yo quiero y lo que yo mando, y para que te crean lleva en tus manos esa piedra, y a ver que hombre forzudo encuentras que te la pueda arrancar. Efectivamente. Ninguno más
que el Obispo pudo quitársela, confirmando con este suceso era cierto cuanto decía sobre la aparición. A la Reina doña Catalina le tocó edificar el templo, cuya custodia encomendó después a los Padres dominicos.
El de la Salud en el Maestrazgo de Valencia.
Era un pastor sordo y mudo de nacimiento que halló entre la maleza una fuente de purísimo cristal. Al beber en ella observó que en el fondo había un objeto brillante, y dándose prisa a sacarlo, vio que era la efigie de María. Corrió presuroso al pueblo, contó porque la Virgen le había devuelto el habla, lo que acababa de hallar y todos, precedidos del cielo y autoridades, fueron con él al lugar del prodigio.
Tomándola la llevaron procesionalmente a la iglesia. Mas al día siguiente, al ir a visitarla, no la hallaron, porque se había trasladado ella sola a la fuente donde la encontró el pastor. En 1439 don Romeo de Corbera puso la primera piedra de este santuario, en el cual han hecho fervientes oraciones Felipe II con toda su real familia, Felipe III y IV el Cardenal Alejandrino sobrino de San Pío V que pidió luces a la Virgen para preparar la alianza de los príncipes cristianos contra los turcos antes de la batalla de Lepanto y el humildísimo Francisco de Borja.
JUAN DE SADA.
