OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

UJUE: DESD"EL GALLO DE SAN CERNIN Diario de Navarra 30 de...

DESD"EL GALLO DE SAN CERNIN Diario de Navarra 30 de abril de 2006
Mi Romería a Ujué
OLLARRA
Aunque perdamos algunas especies, hay algo que nadie nos quitará a los viejos, y son los recuerdos

Conforme envejecemos nos vamos jubilando de casi todo: por ley laboral del trabajo; de los amigos porque se van muriendo o no salen de casa; de los montes porque fallan las piernas y nos canta el pecho. La tele nos aburre y las conferencias y las músicas nos llegan mal a los duros oídos. Nos hace daño el comer mucho y el vino estropea el hígado; algunos ya agotaron el cupo. El cigarro hace tiempo que lo dejamos y nos dejó averiados los bronquios. ¿Quién no está, con los años, reparado de la vista, graduándose los lentes otoño tras otoño? Por alargar la vida llenamos las consultas médicas y los hospitales. Nadie quiere entrar en «el cuartico de las hiedras», pero ¿qué sabemos nosotros de los designios de Dios? Lo mismo muere la oveja que el cordero.Aunque perdamos algunas especies, hay algo que nadie nos quitará a los viejos, y son los recuerdos. No es que se pueda vivir de remembranzas, pero alivian, consuelan y entretienen. Así yo no llegaría a Ujué de crucero, a cumplir personalmente con la Virgen, pero hago la romería desde la cama, despierto, naturalmente. Me veo formando en una procesión nueva, distinta e irreal, porque se me confunden y superponen las de un año con las de otro. Sin embargo, hay elementos comunes que permanecen en el tiempo. El primero es la ilusión de llegar a Ella, de verla, de levantar los ojos a su imagen; y de pedirle cosas, aunque muchas se me olvidan y cumplo mal los encargos: -«Rézale una salve de mi parte...», ¡que si quieres!

Salimos en fila de Santa María de Tafalla y pasamos muy oscuro, porque no hay luna, por San José, y bordeamos la Carravieja -el camino viejo- y allí clarea y asoma el sol hacia el Alto de Lerga, y en Femate está ya de día. La procesión, como un acordeón, se estira y se encoge. Unas veces se acelera la marcha y otras se frena el paso. Cucarra les grita a los mocetes que se adelantan: -Todos detrás de la Cruz. Una cruz que crucifica, con el Señor, unas rosas de huerta, gordas, abiertas y olorosas, y espigas de cebada empezando a granar.

Las luces de Ujué se van apagando en la lejanía y, sin quitarles la vista, rezamos el primer rosario del día. Tras subir la Casilla y la Matacalva, bajamos al hondón del regacho en cuyos fresnos cantan los ruiseñores, y llegamos a San Martín, que huele a brisa de bodega. Allí se reagrupa el personal y se entunican los cruceros, genuflexos en el saludo a otra Santa María, la del Pópulo, para salir del pueblo por la calle del Sol con pedrada en la o del rótulo. Nos espera lo peor del camino: la cuesta, las motos, los coches, los autobuses... Cabemos mal en la carretera. Algunos ya bajan de vuelta, cumplida su devoción particular. En el carasol, que con el adelanto de las horas se quedó sin sol, almuerzan los tafalleses servidos por la Cruz Roja. Muchos años, para comulgar en Ujué, se llegaba sin comer y sin beber, ni siquiera agua, porque así lo mandaban las normas eucarísticas de la Santa Iglesia. Hubo quien nunca admitió la posterior relajación vaticana... Recuerdo los Seguras, los Castiellas, Virto, el Templao con su boina roja atornillada... Católicos a machamartillo. Y carlistas. Cuando coincidían Ujué y Montejurra, hacían el sacrificio de subir a la Virgen y de allí algunos marchaban a la montaña sagrada. Así cumplían con su Dios y con su Rey. A la Patria le habían dado tres años de guerra y su carne y su sangre.

En la Cruz del Saludo, a la vista del santuario, se cumplimentan los cristos de los pueblos, los vecinos que se ven de año en año y hasta las caballerías con los serones repletos de companaje. Inician el último tramo los romeros de Tafalla en un silencio roto por las bien templadas notas agudas y penetrantes de las mozas de Pitillas. Tras ellas, los pueblos cantan letrillas propias y otros rezan avemarías. Al entrar en el templo, lágrimas, vivas, gritos, piropos y una vieja emoción comunal ante la Virgen. Son gentes que viven todo el año con su nombre en los labios y con él se morirán.

Mañana de pastas, almendras y rezos. Un hortelano tafallés -ya no quedan- se pasaba casi todo el día entero, «quietico» ante un rincón de la iglesia y aún se quejaba de que le faltaba tiempo para hacer compañía a la Señora. Mis emociones en el adiós a la «Madre nuestra adorada, Reina de Cielo, Madre del Salvador...» entre un revuelo de cruces negras y una petición para el año siguiente: «Permíteme que vuelva tus plantas a besar». Lo mejor es terminar, este año javeriano, con una jaculatoria muy sencilla, e interesada que repetía el Santo: «Madre de Dios, acordaos de mí».