«Me llevo muchos buenos recuerdos en la memoria, en fotos y en escritos»
El secreto para disfrutar 39 años seguidos del ejercicio de la medicina en dos localidades como Ujué y San Martín de Unx radica en la integración total con el pueblo. «Hay que ser uno más para ganarse la confianza de los vecinos, sobre todo de mis queridos viejecitos», asegura Javier Quintana Cebamanos ahora que ha llegado su jubilación. Natural de Buñuel llegó a San Martín de Unx poco después de terminar la carrera y con la experiencia de dos años de práctica en Zaragoza. «El temperamento de mi pueblo es muy abierto y en San Martín y Ujué poco más cerrado, pero una vez se conoce a esta gente, es excepcional», insiste Quintana que después de casi cuatro décadas de servicio ha reconocido al menos, a toda una generación de vecinos. «Conozco el nombre de una generación entera», dice mientras rememora los años pasados en el despacho médico primero y el consultorio, después.
Desde que llegó a San Martín hasta hoy mismo las cosas «han cambiado muchísimo», no sólo en instalaciones y medios, sino también en la forma de trabajar. «En los primeros años, se trabajaban 24 horas seguidas y si uno se iba a pasear o salía de excursión, siempre temía que hubiera una llamada de urgencia y fueran a buscarle a uno».
Después de tantos años, atesora numerosas anécdotas, entre las que destaca aquellas en las que la diferente forma de hablar dificultó, en alguna ocasión, que los pacientes tomaran la medicación «por la vía más adecuada», comenta entre risas. Aunque tras la jubilación Quintana trasladará su residencia a Buñuel, se llevará «muchos buenos recuerdos, fotos y hasta escritos de San Martín y Ujué».
El secreto para disfrutar 39 años seguidos del ejercicio de la medicina en dos localidades como Ujué y San Martín de Unx radica en la integración total con el pueblo. «Hay que ser uno más para ganarse la confianza de los vecinos, sobre todo de mis queridos viejecitos», asegura Javier Quintana Cebamanos ahora que ha llegado su jubilación. Natural de Buñuel llegó a San Martín de Unx poco después de terminar la carrera y con la experiencia de dos años de práctica en Zaragoza. «El temperamento de mi pueblo es muy abierto y en San Martín y Ujué poco más cerrado, pero una vez se conoce a esta gente, es excepcional», insiste Quintana que después de casi cuatro décadas de servicio ha reconocido al menos, a toda una generación de vecinos. «Conozco el nombre de una generación entera», dice mientras rememora los años pasados en el despacho médico primero y el consultorio, después.
Desde que llegó a San Martín hasta hoy mismo las cosas «han cambiado muchísimo», no sólo en instalaciones y medios, sino también en la forma de trabajar. «En los primeros años, se trabajaban 24 horas seguidas y si uno se iba a pasear o salía de excursión, siempre temía que hubiera una llamada de urgencia y fueran a buscarle a uno».
Después de tantos años, atesora numerosas anécdotas, entre las que destaca aquellas en las que la diferente forma de hablar dificultó, en alguna ocasión, que los pacientes tomaran la medicación «por la vía más adecuada», comenta entre risas. Aunque tras la jubilación Quintana trasladará su residencia a Buñuel, se llevará «muchos buenos recuerdos, fotos y hasta escritos de San Martín y Ujué».
