Así decí la crónica que el DN ofrecía a sus lectores el 12 de septiembre de 1982.
Las empinadas calles de Ujué volvieron a convertirse este curso en un laberinto resbaladizo para las vacas que, acostumbradas a la anchura y horizonte despejado de los pueblos de la Ribera vieron asombradas las estrecheces y recovecos en las que los corredores el pueblo encontraban refugio a su paso.
Las dos plazas de Ujué, unidas entre sí por más de una conexión ofrecían el partido de más emoción para corredores ... (ver texto completo)
Las empinadas calles de Ujué volvieron a convertirse este curso en un laberinto resbaladizo para las vacas que, acostumbradas a la anchura y horizonte despejado de los pueblos de la Ribera vieron asombradas las estrecheces y recovecos en las que los corredores el pueblo encontraban refugio a su paso.
Las dos plazas de Ujué, unidas entre sí por más de una conexión ofrecían el partido de más emoción para corredores ... (ver texto completo)