SAN MARTIN DE UNX: ENTREVISTA CON ÓSCAR ESPARZA BERRUEZO PRESIDENTE DE...

ENTREVISTA CON ÓSCAR ESPARZA BERRUEZO PRESIDENTE DE LOS CENTROS NAVARROS DE ARGENTINA Y CHILE
«Navarra no se parece a la región agraria que contaba mi padre»
- Su padre, de San Martín de Unx, se fue con 17 años a "hacer las Américas". Él nació ya en Argentina, pero siempre se ha resistido a olvidar su origen.
TEXTO: L. IGLESIAS. FOTO: DDN Viernes, 12 de octubre de 2007 - 04:00 h.
El hablar dulce de un argentino y el corazón rojillo de pura cepa. A Óscar Esparza Berruezo no sólo le delatan sus apellidos, sino la huella de un padre que abandonó a los 17 años San Martín de Unx para cruzar el Atlántico y hacer las Américas. En Mar del Plata, la más importante ciudad balnearia de Argentina, Jesús Esparza Berruezo fundó hace 65 años uno de los primeros centros navarros en Hispanoamérica, del que hoy su hijo es presidente.

Este argentino de 60 años dirige también la Federación de Centros Navarros de Argentina y Chile, a cuyos socios se refiere como «la gran familia navarra»: cerca de un millar de personas que, cuando cruzan las puertas de estos centros, viven «una segunda vida», aparte de la argentina.

A Navarra ha viajado en tres ocasiones. La última, para participar en un campeonato de mus. En su regreso ha encontrado una región más compleja que la imagen agraria que dibujaba su padre. Al hablar, descubre su fascinación por la tierra que siente suya, aunque se encuentre a 10.000 kilómetros de distancia.

- ¿Por qué se fue su padre a Argentina?

-Cogió un barco con 17 años y se fue solo, aunque allí tenía a dos hermanos que habían ido a buscar lo que buscaba él. Eran tiempos difíciles, y América se veía como un lugar donde se podía encontrar un futuro más propicio.

- ¿A qué se dedicó allí?

-

En San Martín había trabajado en el campo y en Mar del Plata lo primero que hizo fue también marchar al campo. Más tarde terminó en la construcción.

-Y después llegaron el centro navarro y usted...

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Sí, a los 32 años se casó con mi madre, Rosa Parrilla Murrone, hija de italianos. Se conocieron porque vivían en la misma cuadra o, como dicen ustedes, la misma calle. (Sonríe). Era un barrio situado en el centro de Mar del Plata, donde coincidieron muchos navarros. Entre 33 amigos, la mayoría de la Ribera, decidieron fundar un centro navarro donde reunirse y recordar.

-Cuando usted creció, ¿cuál era su sentimiento con respecto a Navarra, sin conocerla?

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Sentía que la conocía por lo que me contaba mi padre de muy chico, aunque no teníamos fotos. Eso sí, conservó hasta la muerte su tarjeta de embarque.

- ¿Se parece hoy a las descripciones de su padre?

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Él hablaba sobre todo del campo y de las bondades de la tierra: los espárragos, los pimientos, los vinos... Yo la visité por primera vez en 2004, y me encontré con una Navarra pujante, inmersa en la construcción y, sobre todo, muy linda: con sus campos y ciudades, con Pamplona, tan ordenada y limpia.

- ¿Qué le ha aportado a usted el hecho de haber tenido un padre navarro?

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Él siempre nos inculcó a mi hermana y a mí el espíritu de trabajo propio de los navarros.

- ¿Viven los Sanfermines en la lejanía?

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Son muy especiales: durante toda la semana hay vídeos y charlas sobre Navarra, y el domingo hacemos todo lo que ustedes hacen aquí, pero en un día. Vamos en procesión hasta la parroquia Nuestra Señora de Pompeya del padre Elizalde, que es navarro, y donde están la Virgen de Ujué y San Fermín.

-A sus hijos el origen navarro les queda aún más lejos que a usted. ¿Han heredado su sentimiento?

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Tengo dos hijas: Cecilia, que vive en España, en Fuengirola, y Leticia, que sigue en Mar del Plata. Las dos son muy conscientes de sus orígenes. Pero son sobre todo mis dos nietas las que están locas por bailar en el conjunto [de dantzas]. La mayor, de siete años, me hizo repetir la canción del Uno de enero, 2 de febrero... mil veces, hasta que la aprendió.


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