RELATOS AL
ATARDECER-CCCXXXVII
EL CANTO DEL GRILLO. Un indio, que vivía en una reserva, fue a la gran ciudad a visitar a un hombre blanco al que le unía una vieja
amistad. Iban paseando por la
calle cuando, de repente, el indio tiró a su
amigo de la manga y le dijo: ¡Escucho el canto de un grillo!
¿Qué oyes un grillo? contestó el hombre, aguzando el oído. Yo lo único que oigo es el ruido del tráfico. Me parece que estás en un error, amigo, aquí no hay grillos. Y, en el caso de que los hubiese,
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