EN ESPAÑA
El siguiente cambio (al horario de Invierno) se producirá:
El día 30 de octubre de 2011
A las 3:00 de la mañana el reloj se cambiará a las 2:00 de la mañana
El anterior cambio (al horario de Verano) se produjo:
El día 27 de marzo de 2011
A las 2:00 de la mañana el reloj se cambió 3:00 de la mañana
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SÁBADO 30 DE OCTUBRE DE 2010.
San Narciso de Jerusalén es una de las figuras de la Iglesia Católica que nos enseña que la paciencia y el perdón son los mejores instrumentos para combatir la envidia, la maledicencia y las malas intenciones. El sufrió en carne viva las consecuencias de ese mal que corroe el alma, como lo es la envidia y sus consecuencias, que pueden llevar a quien la práctica, a ver afectados su mente, su corazón, su espíritu; y además lo pueden motivar en un momento dado a la comisión de un delito, de un crimen, de una falta o de cualquier otra conducta sancionable y desagradable al señor. En estas pequeñas notas sobre su andar en la existencia humana, podemos ver, que Narciso de Jerusalén, viéndose obligado a dejar su cargo de obispo por las imputaciones infundadas de algunos clérigos, se retiró voluntariamente y durante un período de más de ocho años aproximadamente, experimentó la soledad, la sanción de una sociedad que sucumbió ante la infamia de esos clérigos. Pero Dios que salvaguarda a los inocentes, a quienes le sirven, a quienes obran con verdad y justicia, no puede permitir que las flechas incendiarias del demonio los destruyan, por ello, crea las condiciones para que esa verdad sea manifestada, en el tiempo oportuno, en el tiempo de Dios, que es perfecto. Por ésa razón debemos confiar en el auxilio y protección de nuestro buen Dios, lo mismo que hizo Narciso de Jerusalén, ya que después de un período de tiempo, vio cómo la infamia y la mentira urdida en su contra se cayó por su propio peso, por la confesión pública efectuada por uno de sus autores. En las líneas que siguen transcribiremos algunas breves notas acerca de su recorrido vital y posteriormente agregaremos unas reflexiones de nuestra autoría, para compartir con el lector, algunos aspectos relacionados con la maledicencia, la envidia, la ausencia de humildad, la prepotencia, la soberbia y la autosuficiencia.
“Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.
Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.
Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos -también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!
Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia.
San Narciso de Jerusalén es una de las figuras de la Iglesia Católica que nos enseña que la paciencia y el perdón son los mejores instrumentos para combatir la envidia, la maledicencia y las malas intenciones. El sufrió en carne viva las consecuencias de ese mal que corroe el alma, como lo es la envidia y sus consecuencias, que pueden llevar a quien la práctica, a ver afectados su mente, su corazón, su espíritu; y además lo pueden motivar en un momento dado a la comisión de un delito, de un crimen, de una falta o de cualquier otra conducta sancionable y desagradable al señor. En estas pequeñas notas sobre su andar en la existencia humana, podemos ver, que Narciso de Jerusalén, viéndose obligado a dejar su cargo de obispo por las imputaciones infundadas de algunos clérigos, se retiró voluntariamente y durante un período de más de ocho años aproximadamente, experimentó la soledad, la sanción de una sociedad que sucumbió ante la infamia de esos clérigos. Pero Dios que salvaguarda a los inocentes, a quienes le sirven, a quienes obran con verdad y justicia, no puede permitir que las flechas incendiarias del demonio los destruyan, por ello, crea las condiciones para que esa verdad sea manifestada, en el tiempo oportuno, en el tiempo de Dios, que es perfecto. Por ésa razón debemos confiar en el auxilio y protección de nuestro buen Dios, lo mismo que hizo Narciso de Jerusalén, ya que después de un período de tiempo, vio cómo la infamia y la mentira urdida en su contra se cayó por su propio peso, por la confesión pública efectuada por uno de sus autores. En las líneas que siguen transcribiremos algunas breves notas acerca de su recorrido vital y posteriormente agregaremos unas reflexiones de nuestra autoría, para compartir con el lector, algunos aspectos relacionados con la maledicencia, la envidia, la ausencia de humildad, la prepotencia, la soberbia y la autosuficiencia.
“Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.
Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.
Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos -también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!
Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia.
Veo que estas en muchos foros.
un saludo
un saludo
hoy día de todos los santos
