Hay mucha gente a la que no les agradan los sindicalistas y exteriorizan su desapego hacia ellos poniendo como ejemplo a alguien que ellos conocieron o conocen que, por lo que se ve, era o es un sujeto no muy recomendable pero, claro, ¿qué harán los asalariados si triunfa esa apestosa idea que están expandiendo los de la patronal (CEOE) en su detrimento y deshonra, además de, imponer su aún más repugnante idea sobre cómo deben ser las relaciones entre contratantes y contratados, o sea, su “reforma
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Durante muchos años, los beneficios estratosféricos obtenidos por los banqueros, los han elevado a un mundo tan alto tan alto y rodeado de tantos privilegios, que ahora, cuando ven al ministro del ramo mendigando dinero en el entorno de la teutona o, a los demás miembros y miembras del Partido Podrido haciendo leyes para que seamos la gente de a píe quienes salvemos a sus bancos y a sus negocios pero, sin que ellos renuncien bajo ningún concepto a sus sueldos inmorales y a sus vergonzosos enjuagues, se echan las manos a la cabeza y dicen eso tan manido de: ¿a dónde iremos a parar? Y aún se extrañan más si ven a tanta gente en una manifestación pacífica de ciudadanos pacíficos, que se corean consignas pacíficas pues, al parecer, su idea es la de leñazo y aquí se hace lo que a mi, nosotros, los de mi Partido Privilegiado, se la pasa por el mismísimo arcos de sus triunfos, ¡c0ñ0!, que para eso tenemos mayoría absoluta y vamos a hacer todas las leyes que nos de la gana y a nuestra única conveniencia.
Guiados por esa idea y haciendo gala de la clarividencia que los alumbra, ya han mandado a los guardias de la porra dos madrugadas seguidas a echar a las personas reunidas cívicamente en una plaza pública, porque estaban hablando de esos asuntos políticos que a todos nos concierne e intentando vislumbrar cuál era la mejor manera de resolverlos.
Como es natural, la gente no se querían ir porque consideraban que estaban en su derecho de estar allí reunidos pacíficamente pero, es claro, que esta ola fascista que está haciendo progresos cada vez más evidentes en toda Europa, no tiene intención ninguna de desinflarse o frenarse ante tan débil barrera y, menos, ante esta gente a la que llaman perroflautas que, según los causantes de las maldades que nos arruinan, están obligados a redimir a los bancos y sus banqueros.
Por supuesto que, ni se plantean nuestros benéficos gobernantes eso de denunciar y en su caso exigir las responsabilidades políticas y penales que les corresponda a los causantes del desastre no vaya a ser que salgan ellos salpicados y optan, con su habitual buen criterio, que es mejor entrar a saco en el bolsillo de los yayoflautas y otros flautas, que son más manejables y a los que se les puede quitar y poner en una u otra plaza o en ninguna, para que protesten a horario convenido y sin que molesten con sus raftas o sus gruñidos de descontento pues, todos todos todos-- los gobernadores—han sido educados en escuelas de pago y además de carecer de escrúpulos, tienen los tímpanos muy delicados.
Salud.
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