¿Qué será? ¿Cómo definiríamos el acoso en estos medios virtuales, señor Zaragüelles? Por otro lado, ¿cómo definir al acosador sea este persona física o jurídica o, simplemente, un conjunto de seres humanos de la misma ideología política o condición patológica similar? Cierto que es difícil, pero no imposible. Es difícil, porque se necesita la colaboración de expertos en variadas rudimentos técnicos. Pero hay casos tan flagrantes, repetitivos en el tiempo, homogéneos, que hasta el más torpón de la clase, puede señalar sin temor a errar, cuál puede ser la causa que originó una conducta
tan obsesivamente desordenada por parte de un individuo o conjunto de ellos compinchados para atacar, de forma sistemática, a otra persona que, sea por la causa que sea, no es santo de su devoción, al objeto de denigrarla y desprestigiarla ante su entorno político y social. Y digo que hasta el más torpón de la clase, porque hasta un pasmarote como yo, señor Zaragüelles, lo intuye sólo con leer lo que escriben y sin conocer a los autores nada más de por cómo se pronuncian.
Se desprende, además de un odio irracional cuyos fundamentos me gustaría conocer, un complejo quizá infantil o puede que juvenil ante, lo que deduzco, superior valía humana e intelectual del acosado que, por lo que veo, pasa olímpicamente de él o ellos, sus tejemanejes y sus diatribas con lanzamientos de dardos verbales envenenados, dirigidos a minar su honra y moral, más dignas de uno de esos programas de la telebasura tan al uso hoy en día. También puede que sea por envidia pura y dura. No lo sé, aunque sí sé, que los españoles padecemos de esa pata, además de la soberbia.
Espero y deseo, que algún día el acosado reaccione ante tanta maldad tan mal encubierta y ponga las cosas en su sitio. Entretanto, señor Zaragüelles, usted y yo encontraremos la oportunidad para ir a buscar espárragos blancos denominación Calahorra o, con suerte, dentro de ya mismo, a las orillitas de la mar mediterránea, donde son más adelantados.
Un abrazo para usted, su familia y amigos y a toda la buena gente de este pueblo, Almendral, que aunque no lo parezca por lo que se lee aquí, esté usted bien seguro que las hay.
Salud.
Y República.
... (ver texto completo)