ALMENDRAL: Creo que es en Tarraco, imperial ciudad, donde si a...

Creo que es en Tarraco, imperial ciudad, donde si a uno le da un infarto a partir de la hora catorce, ya no te pueden atender porque esa parte de la medicina social ha terminado su turno que sólo es por las mañanas. Por eso, si uno está infartado, entre que es la hora del relevo de médicos, enfermeros y conductores y que hay unos cíen quilómetros hasta el hospital de Bellvitge de Barcelona, pues si uno no se ha muerto, ya es muy posible que de esa no se muera.

Entre Logroñeses y vascones pasa poco más o menos pues los de una comunidad no le quieren prestar sus ambulancias a la vecina porque se gastan y se gasta dinero, no sólo en gasolina y personal, sino también en quirófanos y demás.

Pero así y todo, hay gente que sin mentir a nadie, (eso dicen........) sostienen que esos recortes que afectan a la medicina pública (que se sostiene con los dineros de todos igual que sus sueldos y otras prebendas) no cuestan la vida a muchos humanos en España. Y no, no se les cae la cara de vergüenza, mírenlos, salen casi todos los días por la televisión, la suya propia o la de todos.

Que haya más enfermos que camas disponible, atrasos increíbles para que te operen o para que te hagan unos análisis o atiendan de manera más que reprochable con retrasos que resultan o puedan resultar fatales o, y ahí puede estar la infección, que te deriven hacia un centro hospitalario particular, privado, regido por una sociedad anónima con ánimo de lucro y te digan que: eso no significa pérdidas de vida, es como para cagarse, revolcarse en la mierda, ponerse al sol a secarse y luego no lavarse.
Entre tanto, un día aquí y el otro acullá, nos vamos enterando del fallecimiento de familiares, conocidos o amigos y nos acostumbramos a esas descorazonadoras noticias, como el burro que se acostumbra a los palos. Y ni rechistamos. Nos lo dicen o lo leemos, y como si quieres arroz Florentino, pasamos la hoja y empezamos a valorarnos a nosotros mismo por cuánto hemos aprendido de economía en estos dos o tres últimos años o por haber dado nuestra confianza al Partido Político de los obispos, banqueros y terratenientes, ricos todos, a cuyos hospitales algún día si tenemos suerte y alguien nos costea la operación, iremos a parar.

Pero en Madrid, está ya todo el pescao vendio y, doña Esperancita dijo ayer en el cónclave, que los que cobren un sueldecito como jubilados, deben pagar todo lo que valgan las medicinas.

Salud.