ALMENDRAL: Cero Cinco, esta mañana vuelvo a leer tus aprendizajes...

Cero Cinco, esta mañana vuelvo a leer tus aprendizajes y me quedo turulato, porque dime tío, ¿cómo me como eso que dices que has aprendido:
Que nadie es perfecto hasta que (no) se enamora. ¿Era imperfecto cuando estaba enamorado? ¿Y cuando se desenamora, cómo queda, hecho un guiñapo quizá?

Que es la vida muy dura pero que yo soy mucho más. ¡Joder! Pues a mi me zarandea y me lleva de aquí para allá pegándome lampreazos como a cualquier animal. Lo que me hace pensar que soy como una hojarasca en medio de una galerna, flojucho y debilucho.

Que las oportunidades no se pierden nunca y que las que dejas las aprovechan otros. Pues vaya consuelo chacho, si las aprovecha otro, querrá decir que yo dejé pasar el tren y que alguien más listo se subió en marcha. Esto me recuerda también aquellos versos que dicen:

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se alimentaba
de una yerbas que cogía.
¿Habrá otro; entre sí decía,
más pobre y mísero que yo?
Cuando la vista volvió
halló la respuesta viendo,
que otro sabio iba cogiendo
los yerbajos que él dejó.
Claro que, el que no se consuela es porque no quiere.

Pero además y es que tú lo sabes que: hay personajes, personajillos y otros vivillos, que van sembrando rencor y amargura por todas partes y, sin embargo, son felices y comen perdices y además, te lo refriegan por las narices. ¿Conoces algunos?

Necesitaría usar palabras buenas porque quizás mañana se tengan que tragar. ¿Las buenas, las malas, cuáles son buenas o malas? ¿Te has fijado que detrás de muchas buenas palabritas se esconde la maldad más absoluta, más refinada, la que más daño hacen?

Siempre y cuando no sea una sonrisa retorcida, una sonrisa que no sea sardónica, puede que mejore el aspecto de alguien que no enseña los colmillos amarillos o las caries.

Esos sí, cuando un niño chico te engancha un dedo, a veces te engancha para toda la vida, y su señora madre también.

Y otra cosa, te confieso que me gustaría vivir en la cima, no de una montaña, donde suele hacer un frío del carajo, sino en la de un montón de billetes americanos de yanquilandia, porque a los europeos los están devaluando los depredadores de toda condición y laya. Muchos de ellos, españoles españoles de los que siempre tienen en la boca la palabra España y galopan matando moros en sus caballitos negros, en sus caballitos blancos. No obstante, tú, perillán, te lo pasaste bomba cuando subiste al Monte Salutífero y te adentraste en La Mina.

El viaje puede ser placer para los sentidos o una sucesión de hechos que te dejan una huella tan indeleble que no se borra jamás, pero la meta, es la recompensa que te ayuda a vencer las dificultades y trampas agazapadas en cada recodo.

Pero en fin...., la intención es buena, así que, saludos y,
Salut, força al canut y que está noche, los merenguitos las paséis canutas.
Salud