La
Puerta de Alcalá es una de las cinco antiguas
puertas reales que daban acceso a la ciudad de
Madrid (
España).
Se encuentra situada en el centro de la rotonda de la
Plaza de la Independencia. En el cruce de las
calles de Alcalá, Alfonso XII, Serrano y Salustiano Olózaga, junto a las puertas del
Retiro: Puerta de España, Puerta de la Independencia (entrada principal a los
jardines del Retiro) y Puerta de Hernani.
La puerta daba acceso a aquellos viajeros que entraban antiguamente en la población desde
Francia o
Aragón. En la actualidad es una puerta
monumental que se encuentra ubicada junto a la
Fuente de Cibeles y el
Parque del Retiro. Fue construida por mandato de Carlos III en sustitución de otra puerta anterior que existía ya desde el siglo XVI. El diseño y obra pertenece al arquitecto italiano Francesco Sabatini. 6 Compitieron con Sabatini otros proyectos por parte de arquitectos españoles: Ventura Rodríguez y de José de Hermosilla, siendo finalmente elegido personalmente por el Rey el diseño de Sabatini.
Se trata de una puerta de estilo neoclásico y aspecto monumental similar a los
Arcos de Triunfo
romanos, se erigió mirando su exterior a oriente en el año 1778.
Ha sufrido desde sus comienzos diversas transformaciones urbanísticas en su entorno, pasando de ser la frontera exterior de Madrid a un centro turístico de obligado paso que aparece insertada casi en el medio de la misma ciudad. Este cambio se ha debido al ensanche del siglo XIX a lo largo del
barrio de Serrano y la prolongación de la
calle de Alcalá. Finalmente es desde 1976 considerado por el Estado español como un
monumento histórico-
artístico, extendiendo su categoría a la misma plaza de la Independencia.
La puerta ya desde su ubicación final fue adquiriendo desde finales del siglo XVIII relevancia en el
pueblo madrileño, y a finales del siglo XIX era ya uno de sus iconos más característicos que aparece en numerosas ilustraciones de la ciudad. Al ser uno de los
monumentos más representativos, en su doble condición de mirada hacia el interior de la ciudad y al exterior de la misma. La Puerta de Alcalá ha servido como soporte para todo tipo de manifestaciones políticas y artísticas y en sus inmediaciones se han producido numerosos hechos históricos.
Historia
Véase también: Historia del Buen Retiro
La ciudad de Madrid contó, ya desde su origen, con numerosas puertas y portillos de acceso a la ciudad a través de su
muralla. 2 En la edad media el castro defensivo situado en la posición del antiguo Alcázar hizo que se construyera una muralla defensiva a su alrededor. Esta muralla poseía una serie de salidas o puertas notables por las que transitaba la población constreñida a los límites de la muralla. Las
murallas y las puertas tenían un carácter de control fiscal de mercancías, al mismo tiempo que defensivas. Dependiendo de la historia las puertas y murallas podrían tener unas características u otras. A medida que la ciudad fue creciendo en tamaño, la muralla fue re-construyéndose con un radio creciente se llegó a la denominada muralla cristiana que marcaba unos nuevos límites. Con la llegada de Felipe II en 1561 y la instauración de la Corte en la ciudad, la villa experimenta un crecimiento demográfico sin precedentes. Esta situación hizo que incrementara nuevamente la población de forma extraordinaria, y con ello, la nueva cerca construida tendría nuevamente un perímetro mayor. Este perímetro dará lugar a un nuevo número de puertas y portillos. La puertas proliferaban en el siglo XVII, y entre ellas se encontraba la de Alcalá. Las salidas de Madrid estaban flanqueadas por cinco puertas reales o de registro (es decir aquellas en las que se pagaban los impuestos): las de
Segovia (denominada también del
Puente de Segovia),
Guadalajara,
Toledo, Atocha, la de Alcalá y la de Bilbao (o de los
Pozos de la
Nieve), y catorce portillos de menor importancia o de segundo orden a (abiertos en distintas fechas): Vega, Vistillas, Gilimón, el Campillo del Mundo Nuevo, Embajadores,
Valencia, Campanilla, Recoletos,
Santa Bárbara, Maravillas,
Santo Domingo (o
Fuencarral), Conde Duque,
San Bernardino (o de San Joaquín) y San Vicente.
La puertas principales permanecían abiertas hasta las diez de la
noche en la época invernal, y en el estío una hora más debido a la mayor longitud del día. Tras este horario, y solo en caso necesario, un retén permitía el paso. El oficio de vigilancia lo hacían portazgueros. Sin embargo los portillos se abrían a las primeras horas del día y se cerraban con la puesta del sol, permaneciendo bajo cierre toda la noche. Entre todas esas puertas principales, la de Alcalá, era una de las más importantes antes de la llegada de Carlos III. La dignificación de los accesos a la Villa era un claro objetivo en la mejora del urbanismo de la ciudad, y este objetivo incidía directamente contra este acceso y su conversión a monumento. La existencia desde finales del siglo XVI tenía entre sus muchas funciones la de ofrecer una cañada real (la Cañada Real Galiana), por la Puerta pasaban los rebaños de
ovejas trashumantes. 10 Todavía existen sendos mojones a ambos lados de la calle que indican su categoría de
vía pecuaria.