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MADRID: Plaza del Dos de Mayo con Daoiz y Velarde...

Plaza del Dos de Mayo con Daoiz y Velarde

Las dos esculturas fueron realizadas en mármol por Antonio Solá Llansas en 1831. Faltan los sables, que han tenido que retirarse porque alguna vez alguien se los llevó. El grupo escultórico estuvo ubicado en varios sitios de Madrid, hasta su emplazamiento definitivo en la Plaza del Dos de Mayo. Benito Pérez Galdós escribió en 1875 acerca de los dos militares: "Eran aquellos los dos oficiales oscuros y sin historia, que en un día, en una hora, haciéndose, por inspiración de sus almas generosas, instrumento de la conciencia nacional, se anticiparon a la declaración de guerra por las juntas y descargaron los primeros golpes de la lucha que empezó a abatir el más grande poder que se ha señoreado del mundo. Así sus ignorados nombres alcanzaron la inmortalidad". Se refería, naturalmente a los capitanes Daoiz y Velarde, a los que en justicia tendría que haber añadido el teniente Jacinto Ruiz.

La Plaza del Dos de Mayo de Madrid sigue ejerciendo profunda influencia dos siglos después cuando se piensa en lo que allí acaeció. No parece que haya ningún lugar, hecho o acontecimiento en Madrid que pueda compararse a las horas que se vivieron dentro y fuera del Cuartel de Monteleón la mañana del 2 de mayo de 1808, ni ningún otro entorno que haya creado en menos tiempo y en menos espacio tantas figuras heroicas, valientes y sacrificadas, ni tampoco que existiese otra ocasión mejor en la historia de España en que la mujer haya estado a mayor altura.

Darse una vuelta por la recoleta plaza del Dos de Mayo de Madrid, sentarse un rato en el banco corrido en torno a la estatuas de los capitanes Daoiz y Velarde apoyados en un cañón ante la puerta del viejo cuartel, es una experiencia altamente gratificante para quienes buscan conectar con la historia y con el halo de las generaciones de madrileños que vivieron y murieron por los demás.

No son éstas frases patrióticas a la vieja usanza, ni su intencionalidad es ésa, sino puras reflexiones realistas, que por tales –las haga quien las haga- son irrebatibles desde cualquier perspectiva, punto de vista o ideología. Que menos si lo único que se busca es mostrar un sentimiento mínimo de agradecimiento, admiración y respeto hacia quienes lo dieron todo a cambio de nada, sabiendo de antemano que no tardarían mucho en abandonar el mundo.

Los acontecimientos llegaron con las primeras luces del día la mañana del lunes 2 de mayo de 1808 cuando un grupo de personas ve como los franceses se llevan a los dos infantes, los únicos miembros de la familia real que quedaban en Madrid. La gente trata de impedirlo y se produce el primer enfrentamiento al abrir fuego los franceses. La tragedia llegó a la Puerta del Sol con la carga de los mamelucos -fuerzas egipcias mercenarias-, que atacan con sables a cuantas personas encuentran al paso. Goya plasmó en un cuadro el horror de lo que fue, aunque nunca llegó a presenciar nada. Faltaban los hechos determinantes de aquel día en el Cuartel de Monteleón, que estuvo situado en la Plaza del Dos de Mayo.