MADRID: ESCENA CASI METRPOLITANA ...

ESCENA CASI METRPOLITANA
****************************** ****************************** **********

Contaba mi amigo el escritor, que en uno de los viajes nocturnos que había efectuado, lo había realizado en un cómodo tren, de esos que sus butacas son casi tumbonas.
Y por suerte (decía él) me tocó de compañera una chica preciosa, no hablaba nada, y que en un principio, no parecía muy interesada en entablar conversación, por lo que llegó hasta pensar, si no sería muda.
Cambiaron varias veces de posición, se oyeron suspiros, pero trataron de no mirarse mucho, pues los dos estaban entre cortados.
La noche iba entrando, y aquel continuo ir vigilando los movimientos del otro, ya les iba cansando
Én una de aquellas vueltas (decía mi amigo) nos quedamos mirándonos fijamente, sonreímos. Más tarde hubo un roce casual con la mano, y al final casi sin querer nos habíamos tomados los dedos, casi sin importancia, y así cariñosamente les venció el sueño hasta la madrugada.
De improviso se incorporó, empezó a estirarse la ropa, bajo la maleta y dijo - ya he llegado - Gracias.
Mi amigo se quedó pensativo de que le hubiese ocurrido un hecho así, tan puro, tan inocente, y decía que casi era un caso insólito.
¡Cómo iba yo a pensar de la bonita viajera, que llevase billete hasta un pueblo, y no viniese hasta Madrid como yo!
----------------------------

Esta mañana a la que me voy a referir, me tocó vivir a mi una experiencia, que es parecida a la que me contó mi amigo el escritor, y que por encima de cómo ocurren las cosas, tengo que decir que me dejó un bello recuerdo, y que quedó para siempre reflejada la conducta de mi timidez..
Iba en el mismo vagón del Metropolitano una preciosa joven, a la que yo trataba de proteger de los apretones de una hora " punta.
Y lo juro que ni por un momento fue mala mi intención, Cuando se abrían las puertas la gente quería entrar, es que llegaban tarde al trabajo.
Con una mano en la barra colgante, quería yo hacer fuerza, para poder proteger a la preciosa niña y al mimo tiempo que no pudiese sospechar que yo la quería rozar, ya os he dicho que era sana mi intención.
La mano que me quedaba libre, por suerte rozó la suya, ella me sonrió, sin duda alguna ella comprendió, que casi yo estaba violento. Más tarde mi mano ya quedó, por los apretones, fija al lado de la suya, sin querer (o como contaba mi amigo) o por nerviosismo, empezamos a acariciarnos los dedos, y digo empezamos, pues a ella no le
desagradaba yo. Nos seguimos sonriendo, no hubo ni una palabra.
Noté su cara sonrosada, la mía es posible que fuera igual.
Recuerdo, que con gran esfuerzo, en mi mano, la que iba colgada, pude ver en el reloj. que eran las nueve menos diez -
Ya habíamos partido de la estación de Retiro e íbamos hacía la de Banco de España, y mi mente pensaba ¿Y ahora que hago? ¿Sigo, me quedo? ¡N o voy a llegar tarde al trabajo!.
Con gran pena solté la mano de aquella bonita mujer, le eche una última sonrisa, y como aquella dama del tren, le dije: …Gracias.
Salí faltándome al respeto yo mismo, me llamé de todo … ¿Pero que hubiese importado que yo llegara un día tarde al trabajo? Si podía haber conocido la niña de mis sueños.
Luego me conforme, quedé con pena, aunque pensando que después de la desilusión viene la esperanza.
Largo tiempo creí que cualquier día, la vería a la misma hora en el Metro.
Creo que me presentaré a ella con mi timidez, la de siempre. y le diré … ¡Ola! Soy…
bueno…soy aquel.
Ella, comprenderá. Yo se que en sus ojos había ternura.
. Sí… eso …mientras seguiré con la esperanza esa …

******************** ***************************
MANUEL DE VIEGU