Pantoja, convertido en el principal retratista del reinado Felipe III, consiguió en este ejemplar de formato de busto prolongado una de sus obras más exquisitas, gracias a la mayor delicadeza de su soporte sobre tabla y a la ejecución técnica tan cuidada. Quizá se trate de un encargo de la reina consorte, Margarita de
Austria, a quien gustaba contar siempre con buenas imágenes de sus familiares, pudiéndose encuadrar dentro del periodo en el que la corte real se instaló en
Valladolid, entre 1601 y 1610. El tipo de armadura elegida para el retrato demuestra la predilección de Felipe III desde niño por los ricos arneses de factura milanesa con suntuosa decoración de ataujía, que se conserva en la Real Armería de
Madrid. Estas vistosas armaduras y las enormes golas son elementos distintivos del retrato cortesano durante el reinado de Felipe III.