Posada de la Villa. Cava Baja, 9, MADRID
Posada de la Villa.
Cava Baja, 9.
Data de 1642 y es el tercer establecimiento comercial más antiguo de Madrid (después de la Farmacia de la Reina Madre y la Posada del Peine).
Allá por el siglo XVII, en la Cava Baja se encontraba un molino de harina, que pasó en 1642 a convertirse en la primera Posada de la Corte, al amparo de la Muralla Árabe, donde se daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a Madrid. En 1980, ya amenazando ruina el edificio, se restauró de manera minuciosa para que continuara en pie y se convirtiera en Horno de Asar.
En la Posada de la Villa se han dado cita personajes muy conocidos de la política, la cultura, el arte o el deporte. En sus sillas, tienen a bien llevar inscritos los nombres de aquellos personajes ilustres que pudieron disfrutar de esta excelente Posada.
Situada en pleno centro de Madrid, son típicos los asados al horno árabe con leña de encina, y el cocido madrileño de puchero con sazón de hierbabuena y azafrán.
Gracias a su histórica trayectoria, le han otorgado multitud de premios y condecoraciones, pertenece a la famosa Guía Michelín, ha obtenido el Gran Collar Gastronómico Internacional y el Premio Nacional de Gastronomía Tradicional, entre otros muchos.
Cava Baja.
La Cava Baja es una calle del viejo Madrid, en pleno barrio de La Latina, que discurre entre la plaza de Puerta Cerrada y la plaza del Humilladero y tiene unos 50 bares. Pocas calles del mundo pueden presumir de una densidad tabernera como la Cava Baja.
La palabra cava viene de que por aquí discurría un foso que defendía la muralla de Madrid. Cuando el foso fue rellenado, la vía pasó a llamarse Cava Baja de San Francisco, y a partir de 1835 simplemente Cava Baja.
Históricamente la Cava Baja era un lugar muy relacionado con el comercio del Mercado de la Cebada, a pocos pasos de allí. Desde el siglo XVII fue punto de llegada y partida de arrieros y carreteros de las diligencias que trasportaban el correo a los pueblos de la provincia y, más allá, a localidades de Toledo, Segovia o Guadalajara, por eso se establecieron allí gran cantidad de posadas y tabernas, algunas de las cuales han pervivido hasta hoy.
Cava Baja, 9.
Data de 1642 y es el tercer establecimiento comercial más antiguo de Madrid (después de la Farmacia de la Reina Madre y la Posada del Peine).
Allá por el siglo XVII, en la Cava Baja se encontraba un molino de harina, que pasó en 1642 a convertirse en la primera Posada de la Corte, al amparo de la Muralla Árabe, donde se daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a Madrid. En 1980, ya amenazando ruina el edificio, se restauró de manera minuciosa para que continuara en pie y se convirtiera en Horno de Asar.
En la Posada de la Villa se han dado cita personajes muy conocidos de la política, la cultura, el arte o el deporte. En sus sillas, tienen a bien llevar inscritos los nombres de aquellos personajes ilustres que pudieron disfrutar de esta excelente Posada.
Situada en pleno centro de Madrid, son típicos los asados al horno árabe con leña de encina, y el cocido madrileño de puchero con sazón de hierbabuena y azafrán.
Gracias a su histórica trayectoria, le han otorgado multitud de premios y condecoraciones, pertenece a la famosa Guía Michelín, ha obtenido el Gran Collar Gastronómico Internacional y el Premio Nacional de Gastronomía Tradicional, entre otros muchos.
Cava Baja.
La Cava Baja es una calle del viejo Madrid, en pleno barrio de La Latina, que discurre entre la plaza de Puerta Cerrada y la plaza del Humilladero y tiene unos 50 bares. Pocas calles del mundo pueden presumir de una densidad tabernera como la Cava Baja.
La palabra cava viene de que por aquí discurría un foso que defendía la muralla de Madrid. Cuando el foso fue rellenado, la vía pasó a llamarse Cava Baja de San Francisco, y a partir de 1835 simplemente Cava Baja.
Históricamente la Cava Baja era un lugar muy relacionado con el comercio del Mercado de la Cebada, a pocos pasos de allí. Desde el siglo XVII fue punto de llegada y partida de arrieros y carreteros de las diligencias que trasportaban el correo a los pueblos de la provincia y, más allá, a localidades de Toledo, Segovia o Guadalajara, por eso se establecieron allí gran cantidad de posadas y tabernas, algunas de las cuales han pervivido hasta hoy.
